La Perla de la Unión. Un Simbolismo Universal.

La Perla de la Unión. Un Simbolismo Universal.
La "PERLA DE LA UNIÓN". Si todos aunáramos Creencia, en un Ser Único, sabiéndonos parte de Él mismo, la vida cambiaría.

lunes, 5 de mayo de 2008

Mis imágenes Quiero ser tú.


He visto el maravilloso escrito sobre la Tierra, de Gran Jefe Seattle, y esto ha hecho que me sirviera de inspiración, salvando las distancias, que son muchas…
La Tierra, la Vida, la Naturaleza. Ese Milagro que día a día nos despierta con el sol, que aunque algunas veces está oculto, Vive. Y está ahí para que todos seamos.
Estamos muy acostumbrados a escuchar que tenemos que preservar la tierra, para el ahora y el después, que tenemos que mimarla para los hijos y los hijos de nuestros hijos y muchos más.
Y me pregunto yo ¿después de tanto maltrato, un mimo? ¿Creerá que estamos esperando algo de ella, y que la supuesta caricia que le brindemos, no sea auténtica? ¿Cómo va a confiar en estos depredadores, que la hurgamos hasta las entrañas, que la utilizamos, rasgando su presencia de norte a sur una y otra vez, que la contaminamos con absurdos y desnaturalizadas bombas destructivas de prueba, o no (aquí aún peor), y que ya no contentos con las basuras que generamos día a día todos los humanos, tengamos alrededor de nosotros, o sea volando al son de nuestra propia rotación, multitud de elementos inanimados?
Me he sentido ese hombre. Un Apache, que canta a la vida y a los que viven; que se para a observar las vivencias. Y mientras lo leía, me introduje, en su piel (supuestamente roja), y ya ves, fui feliz, aspirando el aire, y observando el río en donde los peces campan a sus anchas, y orgullosos brincan para lucir su brillo dando volteretas en medio del cauce. Y descubrí meandros tranquilos y cascadas revueltas, con un agua limpia y transparente, que tintinea feliz de gozo, por ser Fuente de la vida.
Y me sentí aquel árbol con hojas sanas, sin estar pellizcado por la enfermedad injustificada de una atmósfera ya enferma. Y en ese hombre, entendí que ante un trato tan exquisito a la Vida, y un tremendo respeto a la Muerte, se encuentra uno de los mayores Seres Humanos, que yo haya leído. Y quisiera ser él. Y sentirme en un adorado bosque entre el canto de los pájaros y el silbido del viento, que entonaría las melodías de la vida.
Y acaricié a aquel caballo, que viene ladera abajo a encontrarse conmigo, y también miré con ternura el otro que huía de mí, por no confiar aún en la presencia humana.
Y yo, quiero con todas mis fuerzas, vivir cada minuto de los días que me queden, siendo consciente de que la Tierra (Tierra y Mar), son nuestro bien más preciado, y sobre todo es el legado que transmitiremos, hoy o mañana, a quien nos suceda.
Miro hacia atrás, y veo que la felicidad, no me la ha dado, el lujo y los vestidos caros. La felicidad siempre la he sentido de otro modo, mirando la vida, la que discurre dentro de nosotros, y la que podemos percibir escuchando los grillos y los cantos de los pájaros, y también admirando el entorno mágico de la Vida que vive
Pero mientras pienso esto, me doy cuenta de que una vez metidos en la vorágine de la vida, ya todo es diferente, y que aquel ayer de los lugares vírgenes y de los pensamientos evolutivos y de comunión con la Naturaleza, cada vez son menos.
Si existe la reencarnación, Dios, por favor, la próxima vez, hazme una “Salvaje piel Roja”, porque sé que siendo así sabré mirar, y observar, y comulgar con la Madre que reparte vida de las mas diversas formas.

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