Cuando era niña, hace de esto ya, muchos años, y me preguntaban qué quería ser cuando fuera mayor, siempre dije que sería Periodista.
Pasaron los años, y desde luego, no lo he sido, pero siempre me quedó la espinita por mi renuncia..
Más tarde, mi mayor deseo era ser madre, y ahí las expectativas se vieron cumplidas, repetidamente.
Y hoy, si me preguntas ¿A qué espiras? Pues te diría que aspiro a vivir, a disfrutar de la vida, a contemplar mi sembrado… Pero sobre todas las cosas te contestaría que mi mayor deseo es ayudar a las personas que ven su muerte cerca.
Y les ayudaría con las palabras y los sentimientos conocidos por mí. Y les cogería la mano, como hice con mi padre, y le diría que nada acaba, que tengan confianza, y que piensen que en la continuación está la Paz, que estén tranquilos y que la Luz les espera.
Les contaría que tal vez, el sentimiento de adiós infinito, ya nos embargó cuando éramos simplemente un feto, y ante la despedida del seno materno, sintiéramos la misma idea de fin, pero que hemos nacido en esta vida.
Así son las cosas.
Nada termina, y la evolución continúa. ¿Qué por qué tengo tanta certeza? Porque mi vida me llevó por el camino del Conocimiento, y lo que es más importante, por el camino del Sentimiento de esa Realidad.
Pero para llevar a cabo mi deseo… ¿Qué hago? ¿Voy a un Hospital y digo lo que deseo hacer?
No. No puedo.
Porque quien va a morir, no va a asumir fácilmente su adiós. Y es lógico porque la muerte es un tema tabú, como si no fuera con nosotros. Y nos han enseñando con el silencio de la enseñanza, a pensarnos inmortales, en la vida de la tierra. Y a nosotros nos va bien ese pensamiento...
Y quien está al lado de quien va a pasar la Puerta, dirá ¿Y ésta? ¿De qué va?
Así es que aquí me quedo escribiendo por si alguien lo lee, que sepa que para bien o para mal, la vida continúa.
Pasaron los años, y desde luego, no lo he sido, pero siempre me quedó la espinita por mi renuncia..
Más tarde, mi mayor deseo era ser madre, y ahí las expectativas se vieron cumplidas, repetidamente.
Y hoy, si me preguntas ¿A qué espiras? Pues te diría que aspiro a vivir, a disfrutar de la vida, a contemplar mi sembrado… Pero sobre todas las cosas te contestaría que mi mayor deseo es ayudar a las personas que ven su muerte cerca.
Y les ayudaría con las palabras y los sentimientos conocidos por mí. Y les cogería la mano, como hice con mi padre, y le diría que nada acaba, que tengan confianza, y que piensen que en la continuación está la Paz, que estén tranquilos y que la Luz les espera.
Les contaría que tal vez, el sentimiento de adiós infinito, ya nos embargó cuando éramos simplemente un feto, y ante la despedida del seno materno, sintiéramos la misma idea de fin, pero que hemos nacido en esta vida.
Así son las cosas.
Nada termina, y la evolución continúa. ¿Qué por qué tengo tanta certeza? Porque mi vida me llevó por el camino del Conocimiento, y lo que es más importante, por el camino del Sentimiento de esa Realidad.
Pero para llevar a cabo mi deseo… ¿Qué hago? ¿Voy a un Hospital y digo lo que deseo hacer?
No. No puedo.
Porque quien va a morir, no va a asumir fácilmente su adiós. Y es lógico porque la muerte es un tema tabú, como si no fuera con nosotros. Y nos han enseñando con el silencio de la enseñanza, a pensarnos inmortales, en la vida de la tierra. Y a nosotros nos va bien ese pensamiento...
Y quien está al lado de quien va a pasar la Puerta, dirá ¿Y ésta? ¿De qué va?
Así es que aquí me quedo escribiendo por si alguien lo lee, que sepa que para bien o para mal, la vida continúa.
¿Tengo un certificado?
Según como se vea...