Ya no tengo palabras. Se han ido tras ese cuento de hadas que lucimos un día en la solapa de nuestro traje nuevo.
La fortuna se escapa… el corazón no suena; los acantilados de la vida recogen los bravos gemidos de las voces, aquellas que un día hablamos y que hoy… se escurren sollozantes tras los silencios.
¿Es bueno hablar y contar nada? ¿Será que tengo una vena política y no lo sé?
Anda que, menudo papelón haría yo al frente de un Partido, con lo que se me trabuca la palabra cuando estoy nerviosa ¡Si me pongo a temblar y castañeteo los dientes, como si fuera un cascanueces!.
Mira… pues pienso que si fuera política, me pondría al lado de muchos pobres hombres a los que sus ex les dejan desplumados en la calle, sin más patrimonio que una sarta de mentiras dichas sobre ellos y una orden de alejamiento.
No. No es que diga que los hombres son unos pobretonos y las mujeres -entre las que me encuentro- malas malísimas. Ni mucho menos.
Simplemente el tema va en torno a las injusticias, y hemos pasado de un extremo a otro.
Abajo los abusos, pero para todos.
Por desgracia, existen muchas mujeres maltratadas y muertas a manos de sus parejas y muchos hombres, sufridores psicológicamente, que se suicidan porque se quedan sin bienes y lo que es peor, sin el amor de sus, en muchos casos, manipulados hijos.
Seamos conscientes y como dice el dicho Asturiano “Ni tan pal rabu, ni tan pa les oreyes”