La Perla de la Unión. Un Simbolismo Universal.

La Perla de la Unión. Un Simbolismo Universal.
La "PERLA DE LA UNIÓN". Si todos aunáramos Creencia, en un Ser Único, sabiéndonos parte de Él mismo, la vida cambiaría.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Quiero ser tú

He visto el maravilloso escrito sobre la Tierra, de Gran Jefe Seattle, y esto ha hecho que me sirviera de inspiración, salvando las distancias, que son muchas…
La Tierra, la Vida, la Naturaleza. Ese Milagro que día a día nos despierta con el sol, que aunque algunas veces está oculto, Vive. Y está ahí para que todos seamos.
Estamos muy acostumbrados a escuchar que tenemos que preservar la tierra, para el ahora y el después, que tenemos que mimarla para los hijos y los hijos de nuestros hijos y muchos más.Y me pregunto yo ¿después de tanto maltrato, un mimo? ¿Creerá que estamos esperando algo de ella, y que la supuesta caricia que le brindemos, no sea auténtica? ¿Cómo va a confiar en estos depredadores, que la hurgamos hasta las entrañas, que la utilizamos, rasgando su presencia de norte a sur una y otra vez, que la contaminamos con absurdos y desnaturalizadas bombas destructivas de prueba, o no (aquí aún peor), y que ya no contentos con las basuras que generamos día a día todos los humanos, tengamos alrededor de nosotros, o sea volando al son de nuestra propia rotación, multitud de elementos inanimados?
Me he sentido ese hombre. Un Apache, que canta a la vida y a los que viven; que se para a observar las vivencias. Y mientras lo leía, me introduje, en su piel (supuestamente roja), y ya ves, fui feliz, aspirando el aire, y observando el río en donde los peces campan a sus anchas, y orgullosos brincan para lucir su brillo dando volteretas en medio del cauce. Y descubrí meandros tranquilos y cascadas revueltas, con un agua limpia y transparente, que tintinea feliz de gozo, por ser Fuente de la vida.Y me sentí aquel árbol con hojas sanas, sin estar pellizcado por la enfermedad injustificada de una atmósfera ya enferma. Y en ese hombre, entendí que ante un trato tan exquisito a la Vida, y un tremendo respeto a la Muerte, se encuentra uno de los mayores Seres Humanos, que yo haya leído. Y quisiera ser él. Y sentirme en un adorado bosque entre el canto de los pájaros y el silbido del viento, que entonaría las melodías de la vida.Y acaricié a aquel caballo, que viene ladera abajo a encontrarse conmigo y también miré con ternura el otro que huía de mí, por no confiar aún en la presencia humana.
Y yo, quiero con todas mis fuerzas, vivir cada minuto de los días que me queden, siendo consciente de que la Tierra (Tierra y Mar), son nuestro bien más preciado, y sobre todo es el legado que transmitiremos, hoy o mañana, a quien nos suceda.
Miro hacia atrás, y veo que la felicidad, no me la ha dado, el lujo y los vestidos caros. La felicidad siempre la he sentido de otro modo, mirando la vida, la que discurre dentro de nosotros, y la que podemos percibir escuchando los grillos y los cantos de los pájaros, y también admirando el entorno mágico de la Vida que vive.
Pero mientras pienso esto, me doy cuenta de que una vez metidos en la vorágine de la vida, ya todo es diferente, y que aquel ayer de los lugares vírgenes y de los pensamientos evolutivos y de comunión con la Naturaleza, cada vez son menos.
Si existe la reencarnación, Dios, por favor, la próxima vez, hazme una “Salvaje piel Roja”, porque sé que siendo así sabré mirar, y observar, y comulgar con la Madre que reparte vida de las mas diversas formas.
Mayo 2008

Injusticias

No deseo hablar de todos los sinsabores, de todas las injusticias y las calamidades que padeció y padece la mujer, durante toda la historia. Tampoco de los continuos y continuados abusos que sufren la mayor parte de las mujeres del mundo, en donde solo son consideradas un papel de usar y tirar.No deseo hablar de las lapidaciones, por ser violada, -eso sí, por un macho inocente-, ni de las ablaciones, ni de las palizas, latigazos, contagios sexuales, privaciones, usurpaciones, ni tampoco de los mutismos a los que están sometidas.Hoy, quiero hablar de los enviados Celestiales, y de la supeditación de la mujer hacia el hombre.
A lo largo de la historia, parece que han sido portadores de mensajes de Dios –no ese del que yo hablo, que vive en todos los que vivimos, no de la chispita que nos habita-, sino del Todo, varios enviados del Cielo.Y todos con mensajes de Allá, pero de los importantes. Y por supuesto, receptores, siempre hombres…Y ¡que casualidad!, la mujer… siempre, ciudadana de segunda; y porque no hay de tercera.¿Qué Jesucristo, sabiendo su procedencia y todo lo que albergaba y conocía, no tuvo en cuenta a la mujer, ni para ser su confidente y disponer de un lugar para ella como discípula? ¿Qué la sociedad hasta entonces no había contado con ellas? Pues si no era así ¿No tenía Él, conocimiento suficiente, para cambiar su sino?
No me lo creo.
Pienso que Él tuvo que impartir Conocimiento que traía de allende los cielos, y tuvo que valorar a todos por igual.Pero otra vez más la Historia, nos jugó a las féminas una mala pasada. Y ¿quién hasta entonces había mandado? El hombre. Y una vez retornado Nuestro Señor, a su lugar de Origen ¿quién quedó al mando? El hombre.Pues… ya está todo dicho. Cogió el sexo fuerte, otra vez las riendas del caballo, y siglos y siglos de sometimiento, así, por el artículo veintisiete o veintiocho o el que sea.Y si Jesucristo vino con primicia del otro lado, y nos deja en segundo plano, yo no creo en el otro lado, y que me perdone Dios; pero yo no creo en Él, ni en nada; y me quedo tan conforme pensando que seré esa manchita parda de ceniza, tendida en el mar, balanceada por el viento. Y nada más.Yo siento que no es así. Siento en mi sentimiento, que las mujeres y los hombres somos iguales, salvando las diferencias propias de ambos, pero que nuestras capacidades y sentimientos son las mismas, y que tenemos que valorarnos los unos a los otros, y amarnos, y sentirnos, y disfrutarnos y tener las mismas oportunidades de formación y trabajo.Y saber que nuestra madre, es mujer. Y que venimos de su vientre.¡Dios!, que formas de tergiversar los mensajes de Jesús y de tantos otros enviados que tal vez traían palabras de evolución y de igualdad para todos, y que quedaron anulados por las convicciones de que no podía ser así.
Creo que en todo ello, ha tenido mucha de la culpa, la ignorancia y la falta de conocimientos, y sobre todo, el no reconocer, que para bien o para mal, todos, absolutamente todos nosotros, ciudadanos de “a pié” tenemos la misma Esencia Divina.
Solo con aceptar esta premisa, el mundo cambiaría.