
-Mira, María… tengo que decirte algo:
“me he enamorado de alguien que por supuesto no eres tú”
-¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?!
-Anda… deja ya de llorar; la vida es así
-¿En dónde la has conocido? ¡Infiel!... ¡Lárgate ya de casa!
-Me largaré si tú así lo deseas, pero no sin él…
-¡Dios mío! Encima te has vuelto homosexual… ¿O te has enamorado del gato y quieres llevártelo?
-No. Siento decirte que no es el gato.
-Pero Manuel… ¿Te has vuelto loco? ¿He oído bien?
-Has oído perfectamente, me pides que me vaya y yo la llevaré conmigo.
-Pero ¿No habías dicho lo llevaré? ¿Ahora dices la llevaré? ¿A qué juegas?
-Mira María. Es que me pides que me vaya, pero yo tengo que llevar el ordenador y la pantalla. Porque me he enamorado de Internet.
Sin esas vibraciones que me transmite, sin esas palabras que escucho, sin esas frases que leo… no soy nada.
“me he enamorado de alguien que por supuesto no eres tú”
-¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?!
-Anda… deja ya de llorar; la vida es así
-¿En dónde la has conocido? ¡Infiel!... ¡Lárgate ya de casa!
-Me largaré si tú así lo deseas, pero no sin él…
-¡Dios mío! Encima te has vuelto homosexual… ¿O te has enamorado del gato y quieres llevártelo?
-No. Siento decirte que no es el gato.
-Pero Manuel… ¿Te has vuelto loco? ¿He oído bien?
-Has oído perfectamente, me pides que me vaya y yo la llevaré conmigo.
-Pero ¿No habías dicho lo llevaré? ¿Ahora dices la llevaré? ¿A qué juegas?
-Mira María. Es que me pides que me vaya, pero yo tengo que llevar el ordenador y la pantalla. Porque me he enamorado de Internet.
Sin esas vibraciones que me transmite, sin esas palabras que escucho, sin esas frases que leo… no soy nada.