
La niebla, hoy, cubre mi valle, mostrando una imagen fantasmagórica e inusual.
Por la brisa que acaricia la arboleda, puedo ver, sin miedo a equivocarme, que dentro de pocos minutos ya nada ocultará eso que ahora, se esconde debajo del manto gris.
Percibo un olor a humedad, y el otoño anuncia su llegada; su nacimiento… haciendo que muera la estación que le antecede.
Y es que la vida es así. Todo muere y todo nace. Tal vez todo tenga que morir para volver a nacer aunque sea con formas diferentes, en lugares distintos y con tintes de vida muy dispares.
No quiero volver la vista atrás, y tampoco deseo añorar eso que ya se acaba; por lo que centraré mi ilusión en divisar los próximos colores ocres y anaranjados que cubrirán los montes y los campos, haciendo de su muerte la admiración del que mira.
Y los pintores plasmarán los bellos colores del adiós, en tantos lienzos… y los escritores suspirarán teñidos de nostalgia y llenarán folios y folios con pesadumbres, infortunios y tristes despertares, para acompañar la muerte de la vida… esa que vuelve a nacer en primavera.