
Me sumerjo en las profundidades de mi misma, como si estuviera buceando en las simas abisales de las montañas del Océano... O me elevo surcando el Sideral para encontrar la dicha que no encuentro cuando la vida me hace llorar y estruja el sentimiento.
Es hermoso regresar con el fardo lleno de tesoros, y poder admirarlos en la vitrina de los hallazgos buscados.
Y miro los destellos y en cada uno, surge como brote, un amor humano que yo narro, en distancias y amables cercanías. Y me inspiro en la Fuente que la Vida nos manda, poco a poco, diciendo que el amor terreno es el reflejo de todo el abanico de pinceles.
Todos somos uno, y estamos unidos por hilos invisibles, que nos acercan en logros y fracasos.
Y entonces me doy cuenta de que yo quiero ser tú y tú quieres ser yo...
¡Si somos uno!. Me dices
Y que.. yacemos como perlitas disgregadas de un collar deshilado. Y por eso tintineamos acá y allá mientras, unas se escurren por las cloacas de las carencias, y las otras brillan al son de los rayos del sol.
Unas se quedan prendidas en las copas de los árboles y las otras, van a parar debajo de las ruedas de la camioneta que circula.
¿Esa es la justicia? Me pregunto.
¿Esa es la justicia? Me pregunto.
Y miro la vitrina y la página llena de respuesta, apunta entre sus líneas, diciendo que todo forma parte del aprendizaje de la vida.
Y las lecciones hoy o mañana serán iguales para todos.
Y las lecciones hoy o mañana serán iguales para todos.