
Creo que somos matroskas de vidas que encierran otras vidas, y que a su vez, somos una ínfima parte de la gran Matroska.
En nuestro interior se libran mil batallas, unos mueren y otros ganan. Todo está correlacionado y hace que seamos… que nuestras funciones se lleven a efecto.
Cuando muere una o un millón de células yo no soy consciente de su muerte, y cuando nacen otras muchos, tampoco acuno su llegada; y, no me altero lo más mínimo con esos procesos, a no ser que muchos pierdan y entonces también pierdo yo alguna batalla, resintiéndome, o que la contienda sea tan irreparable que pase a formar parte de los no vivos.
Pienso que al final, existe el repliego de todas las que han sido, y esa ínfima cantidad del algo que queda es la esencia material de todo lo que fueron.Pero me estoy refiriendo al algo tangible. Y que volverá a formar parte de otro algo, ya que el adiós a la materia nunca es. Solamente existe su transformación, aunque sea en una infinitésima parte de lo que un día fue.Junto a la parte de materia, creo que viene la Esencia inmaterial, que aunque Es, no puede ser demostrada por nosotros porque no es “tocable”, ni visible al ojo humano, y que forma nuestro abanico de sentimientos: Nuestra Esencia. Nuestra Permanencia. Nuestra Verdadera Sabiduría. Esa que es capaz de volar en un Viaje Astral, sin tener ningún tipo de soporte físico. Esa que es capaz de percibir tantas y tantas sensaciones y sentimientos. Es, nuestra trascendencia. Nuestro verdadero Yo.Y nuestro verdadero Yo, forma parte del Todo, siendo parte. Y cada uno de nosotros, los vivientes, somos ese reflejo de la Sabiduría, pero sin ser Sabiduría. Somos un reflejo del Amor, pero sin ser Amor, somos un reflejo de la vida, pero sin ser Vida.Creo que estamos unidos al Todo, por el hilo invisible de la Unión.
Pienso que somos pequeños destellos de luces de la gran Luz. Y pienso que en el firmamento de la vida, esos destellos, se van haciendo casi imperceptibles, pero que aún en el lado más oscuro, nunca se apagan para siempre, aunque alguna vez necesitemos que Alguien avive las luces, con su aliento.