
Mis imágenes -Ruedes-Asturias-
Cuando al fin pienso, que sólo valle me espera, me encuentro una serpiente enroscada en medio del zarzal que trepa bajo. Y me ahuyenta el pensamiento feliz que antes tenía.
Sus ojos fríos me envuelven y yo, paralizada por el hallazgo, no puedo por menos que dejar el sendero que antes se extendía ante mis ojos.
Pero dudo ¿Por qué un obstáculo va a cambiar aquel trayecto pensado en mi comienzo?
Y entonces con una zancada larga, que abarca al animal, me expongo a ser picada con tal de seguir el rumbo que tenía.
Miro a mí alrededor, y quiero llevar de este encuentro gris, un poema que hable de brillo, tapando la aparente mansedumbre del reptil que acecha.
Y alcanzo una plegaria, que meto en mi mochila sedienta de palpar sensaciones nuevas que me hagan avanzar en el camino.
Más allá, diviso una flor, pero la alcanzo y por unida al suelo con tallo verde, no oso despertarla para alcanzar el objetivo con mis recuerdos. Y la indulto, dejándola vivir.
Ya, antes de la colina nueva que se abre ante mis ojos, me tumbo poco a poco, en medio de la hierba adormecida, y un suspiro invade mi ser mientras las mariposas revolotean en todas direcciones luciendo su hermosura.
Son amarillas, marrones y verdosas también. Las admiro y recuerdo que antes de pasear tanta belleza en las alas del aire, sólo eran unas larvas cualquiera.
Y dejo mi descanso para seguir la ruta del camino.
Sus ojos fríos me envuelven y yo, paralizada por el hallazgo, no puedo por menos que dejar el sendero que antes se extendía ante mis ojos.
Pero dudo ¿Por qué un obstáculo va a cambiar aquel trayecto pensado en mi comienzo?
Y entonces con una zancada larga, que abarca al animal, me expongo a ser picada con tal de seguir el rumbo que tenía.
Miro a mí alrededor, y quiero llevar de este encuentro gris, un poema que hable de brillo, tapando la aparente mansedumbre del reptil que acecha.
Y alcanzo una plegaria, que meto en mi mochila sedienta de palpar sensaciones nuevas que me hagan avanzar en el camino.
Más allá, diviso una flor, pero la alcanzo y por unida al suelo con tallo verde, no oso despertarla para alcanzar el objetivo con mis recuerdos. Y la indulto, dejándola vivir.
Ya, antes de la colina nueva que se abre ante mis ojos, me tumbo poco a poco, en medio de la hierba adormecida, y un suspiro invade mi ser mientras las mariposas revolotean en todas direcciones luciendo su hermosura.
Son amarillas, marrones y verdosas también. Las admiro y recuerdo que antes de pasear tanta belleza en las alas del aire, sólo eran unas larvas cualquiera.
Y dejo mi descanso para seguir la ruta del camino.