La Perla de la Unión. Un Simbolismo Universal.

La Perla de la Unión. Un Simbolismo Universal.
La "PERLA DE LA UNIÓN". Si todos aunáramos Creencia, en un Ser Único, sabiéndonos parte de Él mismo, la vida cambiaría.

miércoles, 26 de agosto de 2009

La "Coluzna" de opinión. Robos, en artículos de primera necesidad.


A estas horas de la mañana, Asturias se engalana de sol, y en esta maravillosa ventana desde donde diviso un envidiable panorama, reflexiono sobre algo que ayer mismo escuché y, que me ha impactado sobre manera.
Pasa que, el sesenta por ciento de los españoles, son mileuristas, y esto, para alguien que está sólo, puede resultar apretado si tiene hipoteca; pero para otros, en compañía, con familia a sus espaldas, es ni más ni menos que la cárcel de su vida, llena de privaciones.
Y entonces pienso en tantos y tantos que no alcanzan el fin de mes, ya que no pueden comenzarlo siquiera. Esos que carecen de ingresos y viven de beneficencia, que cada vez son más.
Siempre he “presumido” de mi arraigada honradez, esa que me acompañó desde niña, al no haber cogido jamás ni un boli ajeno.
Dicen -y eso es lo que realmente me ha impactado porque lo desconocía- que se está extendiendo en los supermercados, los robos de alimentos en primera necesidad, y pienso:
¿Qué haría yo si mis hijos estuvieran pasando hambre?
¿En donde está la solución para todo esto?.
Si los Gobiernos tomaran medidas sobre .. plaplapla... plaplapla...
Sí... todo eso que decimos y que dicen y que nunca se llega a hacer. Porque los ricos, siguen siendo tal vez más ricos. Y los pobres, siguen siendo más pobres, por lo que tanta teoría no nos lleva a ninguna parte.
Siempre han existido y existirán diferencias, pero lo incomprensible es que se acentúen cada vez más.
Por eso, vamos a hablar de mí para ti, y de ti para mí, o sea, de la sinceridad del trueque.
Sí, aquél trueque de antaño en el que “yo te doy, tú me das”.
Si vemos que nuestro vecino se sincera con nosotros y nos habla de precariedad, y podemos socorrerle, no le demos de lado y prestemos nuestra yuda. Eso nos hará sentir bien a todos. Pero ¿no estará reticente cuando escrutemos su vestimenta por si hizo un dispendio adquisitivo en el chino de al lado?.
Por eso, para equilibrar la balanza que siempre intento llevar plegada en el bolsillo le pediríamos algo a cambio:
Yo a ti macarrones y tú a mí, cuando me veas un tanto decaída, me dices lo afortunada que soy por tener de todo.
O lo que es lo mismo, cuando te aporte tu sustento, tú me das el mío, que no es otro que recordarme todo lo feliz que puedo ser y que muchas veces olvido, cabreándome por tonterías, y llorando porque el día se presenta oscuro y no puedo ir a la playa.
Sólo así seremos más felices y haremos felices tal vez a nuestros propios vecinos a los que ignoramos en la riqueza y en la pobreza.