Un día, hace ya muchos años sonó mi despertador interior; las tientas se volvieron buena nueva, no sin
antes haber pasado por un tormento de zozobras…
Abrí los ojos del Alma y corrí monte arriba con el fin de despertar a todos los demás.
Quería admirar al tumulto que parecía haber vivido lo mismo que yo y a la par,
alertar a los durmientes de la Realidad, palpable ahora en mi.
Una mano poderosa hizo que detuviera mi carrera, a la vez
que me inspiraba estas palabras:
“No seas protagonista al tocar las campanas con estruendo.
No hagas que se despierten asustados. No eres mejor ni peor que aquel que aún
duerme. Sé sencilla, sé humana, sé consecuente contigo. No asustes con tus
campanas. Estate alerta para que cuando despierten no pasen el tormento que tú
has pasado por desconocer las reglas de la Vida.
Vete caminando poco a poco y riega tu camino con alguna
guirnalda que atestigüe tu paso. Habla de Amor Incondicional, de Felicidad
interior.
No lleves a nadie hacia tus pasos, si él no quiere ir.
Muéstralo y avanza, y en cada paso limpia más y más tus palabras, tus
pensamientos, tus hechos, subiendo cada día un peldaño de Amor.
Y reparte las Vibraciones positivas, sin mirar en donde se
alojarán”