-Lo siento mucho Gerard. Siento que toda nuestra convivencia haya derivado en algo tan lamentable. Lo siento de veras. Y sí, me marcharé. No debes echar cerrojo alguno a la casa. Te la dejo a tu entera disposición. Los recuerdos no son buenos. Me tomaré unos días. Tengo muchos temas que dejar zanjados.
Siento enormemente que no hayas sabido disfrutar de todo lo que te ha dado la vida. Siento mucho que no hayas vivido la infancia de tus hijas, ni las hayas escuchado en tantos y tantos sinsabores y alegrías que han tenido a lo largo de su vida. Tu ausencia emocional, les ha hecho daño, aunque parece que ahora han apostado fuerte por ti. Me alegro mucho.
-Carolina ¿Te he pegado alguna vez? ¿Te he empujado alguna vez? ¿Te hice daño físico algún día? Dime… responde.
-No, Gerard. Jamás me has tocado, ni me dañaste físicamente. No tengo secuelas ni marcas en mi cuerpo, porque nunca las ha habido.
Pero mi Alma está tarazada en miles de pedazos, en miles de nostalgias, en miles de decepciones, en miles de sinsabores. Mi Alma está surcada por millones de palabras vacías, por besos inoportunos y sin contenido, por noches de amor sin amor. Está cubierta de esa tristeza arraigada que ha marcado mi vida junto a ti.