Nos encontramos en el Aeropuerto de San Francisco.
¡Era él!, y los hados del destino, quisieron que regresáramos en el mismo avión, rumbo a España.
Nos acomodamos el uno al lado del otro, después de hacer el cambio de billetes pertinente, para que así fuera.
No sé cómo… A los pocos minutos de comenzar el vuelo, nuestras manos se enlazan, para más tarde fundirnos en un largo abrazo.
Los latidos de mi corazón se enhebran con los de él, mientras la sangre parece recorrer un solo cuerpo.
No siento ningún deseo sexual. Sólo quiero permanecer unida a él, deseo que nada ni nadie nos separe. Nos miramos sin tiempo; sin noción de tiempo… Me besa, y en aquel instante sentí presente aquella historia de amor que un día, hace ya muchos años, vivimos en París.
Sus besos... como si otro nadie me hubiera besado nunca. Suspiro, y unas lágrimas de pena se desatan por mis mejillas y por las de él, uniendo las sales en el rostro del uno y del otro.
Unas lágrimas que escriben el vacío y la soledad ante tanto tiempo perdido, por tantas vivencias de ausencia.
Nos contemplamos después de no sé cuánto tiempo unidos en uno; no decimos nada. Me vuelvo a la ventanilla y veo, allá en el abismo, un manto blanco. Perdimos las percepciones y los pasados se unieron a los presentes de ahora.
Una punzada de felicidad me enhebró el estómago y el fluír de la sangre unió todas mis vivencias pasadas, sin su compañía, llevándolas al cerro del olvido. Sólo este presente mágico tiene importancia. Él y yo, sintiendo como antaño hemos sentido. Yo y él, abrazados como se abrazan los muérdagos al árbol.
¿Qué está pasando? El avión vuela de forma diferente. Algo se dice por megafonía insuflando tranquilidad. Dicen que todos regresen a sus asientos. Miro hacia atrás y sólo veo rostros desencajados.
Las azafatas corren hacia la zona de cabina… todo se está desarrollando muy rápido… Esteban toma mi mano y me abraza todo lo que nuestros cinturones de seguridad - nos permiten. Me susurra: “Mi amor, no tengas miedo, estoy contigo”. Y yo le digo que no tengo miedo, porque estoy con él.
Perdemos altura y el suelo se acerca a velocidad vertiginosa. Se escuchan gritos aterradores y alguna voz que clama al cielo.
Siento un mareo intenso y la certeza de que todo va a terminar para esta cantidad de pasajeros que nos encontramos en caída libre hacia nuestro destino.
Un ruido atronador y después un silencio. Silencio... silencio.
P.D.
El Relato no parece histórico, pero ¿acaso las catástrofes aéreas no forman parte de la historia?
Pues eso.
P.D.
El Relato no parece histórico, pero ¿acaso las catástrofes aéreas no forman parte de la historia?
Pues eso.
Es un relato con un final muy triste, Celia. A pesar de todo, no sé cómo lo consigues, acabo sonriendo cuando te leo.
ResponderEliminarDesde luego, todo lo que ocurre se convierte en historia al segundo de suceder, incluidas las catástrofes aéreas.
Un abrazo.
La muerte es nuestra certeza absoluta, entre tanto, la vida se llena de momentos como este, preciosos, sutiles, un soplo de felicidad, un reconocerse, un beso, abrazo, ternura "estaré a tu lado" siempre, incluso después de la nada.
ResponderEliminarNo cabe mayor fortuna que ese momento, hay que atraparlos y vivirlos plenamente o escapan.
Gracias por hacerme sonreír de sosiego, por hacerme ver que esa presencia la tengo a mi lado, y que no puedo, de verdad, pedirle más a la vida...me encuentre la nada de esta manera reconfortada.
Nos vemoooos Celia + besito cariñoso y felicidades por la presentación de tu libro.
Hola Ardillita. Si vieras lo que me encanta verte otra vez "en activo". Y es que eres lista, luchadora, y danzarina de árbol en árbol...
ResponderEliminarGracias por tu comentario. La verdad es que primero, había pensado en algo que cuando lo escribí, me estaba riendo yo solita (debe ser por cuestiones de la chochera), pero después lo quité. (No quiero ir de chistosa, jejej)
Besinos.
Hola querida natalí.
ResponderEliminarAhora, ya tengo más tiempo, y os voy a leer, tranquilitamente y además, os voy a contestar aquí en mi blog.
Gracias por tu siempre sabio comentario. Estoy deseando que vengas por aquí, y tomarnos unas sidrinas. Ya verás lo que somos los Asturianos.
Besinos
La sorpresa primero, la alegría y emoción después para al final tener la reconfortante unión ante el suceso inevitable.
ResponderEliminarUna historia de final triste pero que a la vez deja un regusto de paz.
Un beso
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarA mí esa altura de quien se ha desplazado por el aire en un vuelo comercial, siempre me entona. Algunas veces me había aprovechado en estas cicunsancias y leía algo difícil.
ResponderEliminarHabrán sido dos pajaros, me dije en un primer momento en que leía tu entrada.
Pues claro que la muerte es hecho histórico.
Ha sido el hito más importante, el que desencadena en mí más reflexiones.
Tésalo
Menos mal que antes de ese silencio hubo mimos, que quede en el recuerdo bueno mejor dicho en el otro mundo...
ResponderEliminarBuen relato que terminas rapido pero con ganas que hubiera seguido ya dentro del cielo..
Primavera
Dicen que las historias se convierten en Historia cuando alguien las escribe...
ResponderEliminarBesito, Celia.
Hola Manuel.
ResponderEliminarTienes razón. Pienso que después de la "catrástofe", llega la Paz.
Un abrazo, amigo.
Tésalo. Un lujo verte por aquí. Ha sido una conversación magnífica, en aquella cena de Madrid.Un fuerte abrazo, amigo.
ResponderEliminarPrimavera: Un dicho dice "que nos quiten lo bailao". Así deben haber pensado los protagonistas de la historia.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Un abrazo.
Hola Verónica. Tú lo has dicho. Esta historia ya es historia.
ResponderEliminarBesinos.
Bien llevado el momento y el lugar parecía que daba para muchos arrumacos y recuerdos en ese viaje, a no ser por lo que surge al final y se presenta el problema, el relato se trunca en la presumible tragedia.
ResponderEliminar¡Eres estupenda! Me ha encantado. Un beso mi querida 'ojosdeveleta' Te quiero.
Elisa.
Querida Celia me ha gustado mucho esas emociones que revolotean de nuevo en dos corazones que se amaron y que despues de tiempo vuelven a brotar, renacen, solo dormian ¿verdad?
ResponderEliminarNada puede producir más placer que llegar hasta el final de la mano de la persona que es una con nosotros.
De nuevo felicitades por la presentación y éxito, mucho éxito con el libro.
Un abrazo.
Muy triste tu relato y hija mía, con el miedo que me dan a mi los aviones, ahora si que no lo cojo. Mira que el año pasado, llegamos Hasta Praga en coche, con eso te lo digo todo.
ResponderEliminarLa muerte desde luego forma parte de nuestra historia, está claro, y aquí coincidimos todos.
Un beso
Querida Celia, en tu historia hallé el triunfo del amor más allá de lo terrenal. HERMOSO.
ResponderEliminarCariños
Hola Ranita. Tenemos una cita pendiente, aquí o ahí.
ResponderEliminarUn abrazo, amiga, y gracias por tu comentario.
Querida San:
ResponderEliminar¿Sabes? me han dicho con el relato a cuatro manos, que era imposible discernir quien eras tú y quien era yo.
La verdad es que lo releí, y tengo la misma sensación.
Me encanta haberos conocido. Espero que algún día la cita sea en Gijón, a ser posible, verano. Os gustará.
Un besín, y todo mi cariño.
Hola Carmen.
ResponderEliminar¡¡¡¡No tienes que tener miedo al avión!!!!. La muerte creo que tiene un día fijado, y si huyes de algo, encontrarás en otro lugar.
Esta semana os leeré tranquilita. Ya tengo una vida más tranquila.
Un abrazo.
celia
Gloria querida. He tenido el tiempo muy limitado, y casi no he podido entrar en blogs.
ResponderEliminarPasaré tranquilamente a disfrutar de vuestrso escritos.
Un fuerte abrazo y gracias.
Me ha encantado. Las emociones de los dos, los abrazos, los besos...
ResponderEliminarY digo yo, ¿qué mejor manera de terminar que así?
:)
Un beso, Celia.
Uff,Celia, ¡Cuantas historias sin final!. Me pusiste la carne de gallina.
ResponderEliminarClaro que puede ser real.
Muy bueno ;)
acabo de echar el ordenador a mis pies. su teclado está más que fastidiado. tengo uno con cable unido a él. en mi boca hay un pitillo. en la tv suena the police, en la radio de la tele...mis dedos andan semiágiles por el teclado...¿esto que te he descrito, celia, es o no es historia? por que aún no tengo claro...bue..en realidad sí...cada acción que se realiza en este mundo no es ni más ni menos que historia. pues historia es el pasado, historia es un hecho individual o colectivo que de todas todas incidirá en ...de una manero u otra. así que, y por lo tanto, tu relato, ese accidente, para mí sí es historia...
ResponderEliminarmedio beso, celia la asturiana...
Celia: El destino quizo volver a unirlos, recuperando por un breve intervalo de tiempo, el mucho ya perdido. Ese mismo destino quizo que ya nunca volvieran a separarse. Así es como lo veo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, querida Lou.
ResponderEliminarBesinos guapina. Y es que siempre dices algo que me hace sonreír.
Buen día.
Hola Amiga Montse.
ResponderEliminarTodo tiene su fin... como dice la canción. Lo que ocurre es que algunas veces el aparente final es un comienzo.
Besinos.
Hola Gus.
ResponderEliminar¿Sabes? Desde que te he conocido, escucho tu respirar en cada letra.
Todos, absolutamente tos habéis calado muy dentro de mi corazón.
Eres (sois) extraordinarios.
Gracias por tus siempre gratas palabras extraídas de tu caos de las mismas.
Un gran abrazo.
Hola Pepe.
ResponderEliminarEl destino es caprichoso. El destino se traza y tiene recovecos, para que no se piense que todo está conseguido.
Pero como muy bien apuntas. Los finales pueden ser un comienzo.
Yo así lo veo.
Tienen toda la Existencia para estar juntos.
Un abrazo.
Esto es historia, por supuesto que es historia. Terrible destino el que les aguardaba a los dos. Tiene que ser horrible saber que vas a morir en décimas de segundo. No quiero imaginarlo.
ResponderEliminarUn beso
Reencontrarse para coincidir en un mismo final, ¿el destino?... Aunque tiene un final triste, esa sensación de silencio conlleva mucha paz y a la vez esa sensación de amor en el ambiente tan reconfortante para ellos
ResponderEliminarBesos...
Tu relato es magnifico. Me sitúas en la piel dequien vive ese reencuentro y de pronto sabe llega su final.
ResponderEliminarUn final que no me ha resultado triste, me ha resultado, no sé, irremediable, más triste sería sin el reencuentro.
Un beso Celia
Trascender al trágico final para poder contarlo.
ResponderEliminarGritar a los cuatro vientos que el Amor se materializó en aquella fugaz pero intensa historia.
Si, supongo que tiene que ser así, juntos aún en el final y compartirlo.
Intenso relato, que a pesar de todo te deja un agridulce sabor.
Besos, bella amiga.
Hola Inma Brujis.
ResponderEliminarHistoria terrible, pero ¿Y si después siguen viviendo como Energía?
Un besín
Hola Maticas.
ResponderEliminarCreo en el destino. Pienso que tenemos un caminito para recorrer, y ahí podemos hacer esto o lo otro. Pero me parece que el comienzo y el final, están trazados. No sé... tal vez me equivoque.
Gracias y un besín.
Hola Juan Carlos.
ResponderEliminarSería peor marcharse para el otro lado, sin haber vivido un reencuantro ¿verdad?.
Os recuerdo mucho.
Un fuerte abrazo.
Hola Alfredo. Me encanta haber vivido el encuentro en Madrid. Ahora ya no sois personas sin movimiento. Ahora ya somos formas físicas que podemos recordar.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un fuerte abrazo.
Conmovedor tu relato Celia! La fuerza de un amor que se reconoce y que vive en esos momentos aunque fugaces, las emociones de una vida entera!
ResponderEliminarUn final de historia que golpea, pero por intensa.
Un abrazo
Conmovedora historia.
ResponderEliminarTienes raz´´on, es un hecho históricoy, aunque ficcional este puede haber sido, sin duda alguna, una historia dentro de la Historia.
Un abrazo Celia. Que el Dios todopoderoso te tenga siempre presente.
Esa trepidante historia en el aire, es la sintesis de la vida de la mayoría de los humanos.
ResponderEliminar¡Genial Celia!!
Os agradezco mucho vuestros comentarios y poder participar en vuestras lecturas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.