Y miro el pasado...
Recordando mi juventud, veo cómo sentía el placer de la percepción de mi rostro, ante el espejo.
Y plasmaba en mi mente un mundo a mi medida, con príncipes azules, con lugares hermosos, con armonía e hijos que poblarían mi futura vida.
Encontraba las nubes ¡tan lejanas! La lluvia no mojaba mi rostro, aunque cayera a chaparrones, porque sólo veía fina llovizna. Los huracanes eran…solo viento que me acariciaba… despacito… Las piedras del camino no existían para mí. Las veía como pequeños granitos de grava, adornando mis pies. Y todo eran proyectos… y todo veleidades que formaban el ¿Qué será?
Pero pasó el tiempo y aquellas finas gotas se volvieron tormentas, y lo que levemente entorpecía el caminar de mis pies, se tornó montaña difícil de escalar. Y el príncipe azul… no tenía azul intenso sino un color tornasolado.
Y hoy, en los tiempos actuales me encuentro mirando aquel pasado lleno de ilusiones y viendo mi presente. Ya no soy joven, y doy gracias por ello. Y miro esas incipientes arrugas que comienzan a afincarse en mi rostro. Y en cada una… una historia. Mi mirada es triste, porque siempre lo ha sido. Y ya mi cuerpo se va desvaneciendo ante aquél que fue, y doy gracias por ello. Cuando el joven a menudo dice “viejo”, con cierta arrogancia… cuando hablan del mayor, yo me pregunto: “¿A qué aspira el que tiene pocos años?” “¿Acaso se cree que tiene el salvoconducto para serlo siempre?”
Creo que lo importante en la vida es mirar hacía adelante. Llenar las maletas de las experiencias con aprovechamiento, con amor, con claridad… y sobre todo aspirando a cumplir años, que en definitiva, aunque no se desee, es la aspiración de todo el que vive. A vivir la vida intensamente, no a pasar por la vida sin vivirla. A vivir el presente, no acumular vivencias futuras, que posiblemente solo sucederán en nuestra imaginación.
Un día, una mujer, en otro tiempo muy bella, con casi ochenta años me dijo “Hija mía, desde hace años, tengo la sensación que debo de pedir perdón, por ser mayor”
Y yo pensé: “ ¿Cómo es posible que el hoy joven no piense en lo que le espera mañana?" Y "¿Cómo el anciano no recuerda lo que fue ayer?".
La vida humana, llevada a término, es un camino común para todos y a todos hace girar.
Me gusta su forma de escribir, y lo que escribe.
ResponderEliminarLuis Queipo
Gracias. Me alegra que así sea.
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