Hace unos días pensé en visitar a mi Ginecólogo, pero estaba de vacaciones y me derivaron a otra persona que según me informaron, también era un gran profesional.
Sin más... me facilitan el teléfono de la Clínica.
Llamo y me dan cita para el día siguiente.
Llego, espero unos minutos, y ya escucho mi nombre invitándome a entrar en la puerta número 7. Pensé que comenzaba bien porque es mi número estrella.
-Buenas tardes, me dice una señora con bata blanca.¿Su nombre es Celia?
-Sí.
-Bien... pase... me dice, y yo le sigo por un pasillo largo. Se pone a un lado cuando llegamos a una puerta, me indica que entre y me encuentro allí al Doctor, sentado, escribiendo algo. Levanta la vista... me mira... se levanta... se acerca a mí:
-¡Celia! ¡Cuánto tiempo! Me alegra mucho volver a verte. Me da dos besos, mientras me mira con camaradería, y sigue diciendo algo que no recuerdo; acto seguido, rodea la mesa y se va al sillón que ocupaba hace unos minutos.
Estoy anonadada. Pienso que sí, que me resulta alguien conocido, pero no sé quien es. Tampoco entiendo nada de su exclamación cuando pronuncia mi nombre. No digo ni mú, sólo le envío una tímida sonrisa.
-¿No me recuerdas?
-Perdona, pero es que soy bastante despistada. No, la verdad es que no. Si me das una pista...
-Éramos jóvenes y bailábamos juntos muchas veces en el Jardín (discoteca de Gijón)... La verdad es que me encanta haberte visto. Estás igual. Sigues estando estupenda, te mantienes genial. Y el timbre de tu voz... ¡No has cambiado!...Bueno... ¡Qué alegría tan grande!
Cuéntame... me imagino que te has casado. ¿Tienes hijos?
-Sí. Afirmativo en los dos casos. Me he casado y tengo hijos, le digo mientras escurro en mi cabeza los recuerdos de ahora y estrujo los de antaño. Y mientras hago todo esto, busco la puerta con los ojos, porque quiero escapar.
Ufff. Me sonrojo, le doy vueltas al bolso que puse en mi regazo y él sigue hablando hasta que llama a su enfermera y le da órdenes para que me prepare para la “exploración”. Me siento tan agobiada que digo:
-Sí, la verdad es que vas a echar bastante tiempo conmigo porque tengo dos tapones impresionantes.
-Sí. Afirmativo en los dos casos. Me he casado y tengo hijos, le digo mientras escurro en mi cabeza los recuerdos de ahora y estrujo los de antaño. Y mientras hago todo esto, busco la puerta con los ojos, porque quiero escapar.
Ufff. Me sonrojo, le doy vueltas al bolso que puse en mi regazo y él sigue hablando hasta que llama a su enfermera y le da órdenes para que me prepare para la “exploración”. Me siento tan agobiada que digo:
-Sí, la verdad es que vas a echar bastante tiempo conmigo porque tengo dos tapones impresionantes.
Me mira con cara de aparición. Se levanta. Se sitúa delante de mí mirándome fijamente a los ojos, mientras ladea su cara, como para vislumbrarme desde la barbilla, como si no estuviera creyendo lo que escuchaba.
-¿Tapones?
-Sí. Oigo fatal, y las amígdalas también me dan problemas. Ya ves. Es que, tal vez sean los vestigios de algún catarro mal curado.
-Perdona, pero soy Ginecólogo. De eso no sé nada.
-¿Ginecólogo? Cuánto lo siento. Ha debido de haber una confusión. Busco a un Otorrino. Está claro que hubo un malentendido.
-Voy a hablar con las señoritas de recepción. Es intolerable. Un despiste in-to-le-ra-ble. Me dice
-No. No te preocupes. Yo reclamaré. Le digo
-Bueno, de todas formas ha sido un placer. ¿Volveremos a vernos?. Me dice
-Quién sabe. La vida está plagada de sorpresas.
Y salgo casi de puntillas, sin dar explicaciones y por supuesto, sin pedirlas.
-¿Tapones?
-Sí. Oigo fatal, y las amígdalas también me dan problemas. Ya ves. Es que, tal vez sean los vestigios de algún catarro mal curado.
-Perdona, pero soy Ginecólogo. De eso no sé nada.
-¿Ginecólogo? Cuánto lo siento. Ha debido de haber una confusión. Busco a un Otorrino. Está claro que hubo un malentendido.
-Voy a hablar con las señoritas de recepción. Es intolerable. Un despiste in-to-le-ra-ble. Me dice
-No. No te preocupes. Yo reclamaré. Le digo
-Bueno, de todas formas ha sido un placer. ¿Volveremos a vernos?. Me dice
-Quién sabe. La vida está plagada de sorpresas.
Y salgo casi de puntillas, sin dar explicaciones y por supuesto, sin pedirlas.
Fue una salida perfecta, una buena vía de escape para no pasar por ese tremendo apuro. Aunque imagino que, como profesional de la medicina, no hubiera habido ningún tipo de problema en que te reconociese.
ResponderEliminarUn beso.
Soledad.
¡Claro que no hubiera habido ningún problema!. Para él sería una más.
ResponderEliminarPero yo... como que no me imaginaba la situación... qué quieres que te diga. Uffff.
Un beso
Maravillo el texto. Precioso, cuantas veces no nos hemos encontrado ante una situacion asi? Yo si, varias y he tenido que recurrir, a mentirillas piadosas. Besos, cuidate.
ResponderEliminarja jaa ja
ResponderEliminarYo hubiera hecho lo mismo! La visita al Ginecologo es algo delicado, muy personal... Espero no encontrarme en esa situación y si es así, suerte tuve de leeer como solucionarlo...
Buenos dias!
;)
Celia la situacion es tremenda, pero con tu imaginacion saliste airosa yo no se por donde saldria,
ResponderEliminarPara olvidarlo nada como un dia de compras.
Un beso.
Conchi.
Que fuerte!, la situación era tremendamente incomoda y supiste salir de ella airosa aunque mucho me temo que el ginecologo a estas alturas ya estará al tanto de ella. De todas formas te felicito por salir de ella con esa elegancia, si me ocurre alguna vez algo parecido copiaré tu actuación
ResponderEliminarUn beso de Mar
Seria ideal en otra circunstancia, a mi me pasa lo mismo, mi madre ya me lo decia : no pienses que por tener hijos, se te quita el pudor, quizás después es más grande.
ResponderEliminarPero con un amigo, compañero, .... saldria corriendo.
Vaya temple que tuviste, a mi me tendrian que recoger..--
Besos Celia y gracias por estar ahi siempre.
Es lo bueno (o "malo") de Gijón, es un pueblo grande de 300.000 habitantes, pero por edades, barrios... nos conocemos todos.
ResponderEliminarLa situación en verdad un poco embarazosa.
Manolo.
jaja... Qué punto, Celia!
ResponderEliminarY tu manera de salir por patas, cuanto menos, imaginativa...
Es que, uff, un amigo ahí, todo entretenido, no sé yo, eh?
:)
Besos, Celia.
Celia,
ResponderEliminarQue bien que reaccionaste, y que rapido.
A veces, en situaciones asi, yo me bloqueo y no se salir tan airosa.
Luego me como el coco pensando, tenia que haber hecho esto o aquello, pero en el momento...
a mi me hubiera explorado, seguro.
Un besito
Hola Celia,
ResponderEliminarA mí lo que me irrita es no reconocer a la persona que "tanto dice conocerme". Ais, mi mala memoria es terrible ;)
Un abrazo enorme.
jajaja Estuvo bien eso de los tapones. Por un momento me dejaste desconcertado jajaja. Un gran relato. Un abrazo Celia!
ResponderEliminar:D
ResponderEliminarTe callas los recuerdos que te vinieron a la mente, picarona
;)
Vaya Celia, yo no hubiera sabido salir del paso tan bien, tienes aplomo impresionante.
ResponderEliminarUn beso, guapa
JA,JJA,JA!!! Celia ,tu y tu imaginación ,estoy que me parto ,jamás se me hubiera ocurrido,yo le echaría valor y me resignaría.....!
ResponderEliminarCelebro tus ocurrencias!!!
Un beso amiga
Ja,ja,ja,..Celia lo que te pase a tí no le pasa a nadie.Laverdad ,vaya apuro,y saliste tan triunfante.A mí ni siquiera se me habría ocurrido.Eres genial.
ResponderEliminarBesos amiga.
Qué rapidez de reflejos, jaja.
ResponderEliminarLa verdad es que siempre es un mal trago, por muy amable que sea el médico, pero en este caso sin duda se imponía la retirada.
Muy bueno.
¡Ay, Celia, menos mal que escapaste airosa! ¡Es para morirse...! Que si me pasa a mí, me desmayo. Jajaja
ResponderEliminarEstupendo relato, amiga, sencillamente estupendo, trajiste aquí los fantasmas que ninguna quisiera encontrar...
Besos.
jaja,
ResponderEliminarEs que las mujeres nos vemos en unos apuros con ese tema...
Y yo, que mi ginecólogo es un amigo del grupo con el que salgo, y después de la consulta me voy de cena con él??? Imaginatelo,lo paso fatal...
Yo hubiera hecho lo mismo. Enhorabuena por salir áirosa.
Poetiza. Sí. La verdad es que son situaciones muy embarazosas. Ahora me hace mucha gracia la situación, pero en el momento...
ResponderEliminarUn abrazo.
Mon. Cuando estamos en la situación el cerebro corre que se las pela, para dar soluciones. Y yo... a correr.
ResponderEliminarUn beso
Conchi, cuanto estaba allí, habría prometido solemnemente, no comprar nada en mucho tiempo, si salía victoriosa de la situación.
ResponderEliminarUn beso
Mar. El Ginecólogo, como de tonto no tenía nada, creo que no ha tenido que preguntar a nadie. Se dió perfecta cuenta. Debe de estar aún muerto de risa. Menos mal que existe eso del "secreto profesional".
ResponderEliminarUn abrazo.
Carrachina. Siempre es agradable el encuentro con el pasado, cuando hay algo bonito que recordar. Pero la verdad, y por lo que pude ver, no me había dejado mucha huella. Y vernos allí...
ResponderEliminarUn abrazo
Manolo. Ummmm. Gijón, es una ciudad... no es un pueblo. Bueno, no me hagas caso, es que yo lo veo así.
ResponderEliminarSí, creo que más o menos, casi todos nos conocemos. Somos como una gran familia.
Un abrazo
Lourdes. Sí, la imaginación es muy importante, sobre todo en casos extremos.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola tag. Creo que pensé "antes muerta". Pero bueno. Estoy aquí.
ResponderEliminarUn beso
Hola Lujo. A mí me parecía conocerlo de algo. Pero la verdad es que no caía. Es así la vida. A otr@s, los recuerdo yo, y ell@s a mí no.
ResponderEliminarUn abrazo
Moderato. Sí. Lo de los tapones, le puso "muy mosca". Si vieras cómo me miró... Se levantó de un brinco de su asiento, llegó hasta mí. Medio se arrodilló, ya que yo estaba sentada. Me miró de la barbilla hacia los ojos. Y al fin dijo con cara de poema ¿Tapones?
ResponderEliminarAhora me éstoy riendo sola. Pero entonces...
Un abrazo
Luz. No hija. La verdad es que no me afectó nada de nada.
ResponderEliminarSerá porque ya tengo bastantes hombres en mi casa: Marido y tres hijos varones. Tengo el cupo cubierto.
Un abrazo
Hola Felisa. No hija, no tengo aplomo, pero algún recurso que otro sí. Eso es la experiencia de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola deva. Ya vez, la imaginación es necesaria siempre. ¿Qué sería de nosotros sin ella? ¿En donde están los sueños y muchas veces las vivencias amables?
ResponderEliminarUn abrazo, amiguina
María José. Si nos damos cuenta, a lo largo de la vida vivimos situaciones cómicas, tristes, amargas, maravillosas... Es la vida, y tenemos que recordar eso que nos hace reír y ser felices. Lo demás... a borrarlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Teresa. Hombre... rapidez, rapidez, creo que no. Porque no pienses. Se pasó un buen rato divagando aquí y allá, desde que llegué hasta que decidió ponerso "manos a la obra". Me dió tiempo para mi plan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Liliana. La situación ahora es para mí, tan cómica, que me estoy riendo todavía. Pero claro, él seguro que se dió cuenta en el mismo momento que le hablé de Otorrino, pero se hizo "el loco" gracias a Dios.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Ay Amig@! La verdad es que todo es acostumbrarse. Pero, me parece un triunfo lo que haces tú.
ResponderEliminarUn abrazo, Montse.
Gracioso el relato. Ya me imagino la cara de los dos.
ResponderEliminarPor cierto Celia tienes dos premios en mi Blog
Que interesante, me atrapó lectura y queria correr para llegar al final jejeje
ResponderEliminar¿Que chasco verdad?
Un abrazo
Hola Celia ,es la primera vez que vengo a tu casa .esba visitando a Sandra y te ví entre sus amigos.Espero no te importe esta pequeña intrusión.
ResponderEliminarMe gusta mucho esta historia que has escrito ,la verdad es que saliste del trance de una manera muy elegante,ufff,vaya apuro.Resulta curioso como para algunas personas quedamos impresas en su recuerdo .En cambio tú ,a pesar de bailar muchas veces con él no recordabas en absoluto n como se llamaba..
te dejo un saludo aectuoso..isa
Hola Marian. Algunas veces la vida te da sorpresitas.
ResponderEliminarUn abrazo
Arena. Muchas gracias por tu visita.
ResponderEliminarPor supuesto que muchas veces los humanos no nos ponemos de acuerdo. Unos, nos recuerdan y nosotros no. Y otras recordamos a quien no nos recuerda.
La verdad es que ya ha pasado tanto tiempo, que ni nombre, ni nada tenía yo en mi memoria, sobre ese hombre.
Y ahora es que estoy con el Ego bastante alteradillo jaa...ja... Ya ves, me recordaba y encima me dijo muchas flores. Muchas más de las que escribí en la narración. No quiero ser chula, y la verdad, para una vez que me dicen cosas tan bonitas, podía explayarme un poco más... contando...ja..ja...
Un abrazo.
¡Genial! no hubiese podido hacer mejor salida que esa... Eres una maga de la improvisación, jejeje.
ResponderEliminarUn beso, linda.
Natacha
Vaya chasco Celia.
ResponderEliminarAhora que tu salida fué una genialidad, jeje.
Que te vaya esperando el ponre ginecólogo.
Tengo una de médicos de ayer lunes también, preparada.
Pero la publicaré mañana...
Un abrazo despistado
Muy bueno, Celia. Un texto tan excelentemente narrado que hace dudar si es ficción que creemos realidad o realidad convertida en buena narrativa. Se notaba la tensión que iba en aumento y el final es magnífico.
ResponderEliminarUn abrazo,
Ramón
Natacha. Estaba inspirada.
ResponderEliminarUn abrazo, amiga.
Paco. Mi gine volveré an breve. Es un hombre bastante mayor, y... no le conocía hasta que formó parte de mis reconocimientos.
Un abrazomuy cercano, ya. Te queda nada para estar por aquí.
¡Ay Ramón!, querido y magnífico Profe.
ResponderEliminarQue tú me digas algo semejante, me hace moverme en las alturas del estrellato literario (con la imaginación, que ya es algo)
Muchas gracias. Tomo nota para seguir haciendo las cosas cada día mejor.
Un abrazo.
No sé si nos conocíamos entonces pero ...jajaja, casi como tú ;).
ResponderEliminarhttp://mosaicoderetazos.blogspot.com/search/label/An%C3%A9cdota
Amiga. No sé si en Diciembre nos conocíamos. A mi me parece que te conozco desde siempre. je..je.. He leído el relato. Tiene en común el Ginecólogo (siempre un tema espinoso, para nosotras... ¿o no?)
ResponderEliminarMi historia ha sido así. Con algunas matizaciones je...je..
Un abrazo, Amiga.