Siempre pensé que había pasado la edad de la inocencia, hace ya… muchos años.
Pero no... ¡qué va!.
La diferencia reside en que, cuando eres niña, hasta donde alcanzas a comprender, todo te parece bello y las cosas son así, porque te dicen que son así. Sin preguntas. Sin darle vueltas.
Te vas haciendo mayor y entonces, cuando realmente te das cuenta de que el río no sólo es transparente, que el río también tiene piedras y se transforma en turbio... tiras del hilo de la imaginación, esa que te hace regresar a la inocencia que yace no sé por dónde; pero yace, quizás acurrucada en algún lugar a modo de fuerte, para no ser atacada.
Y vuelves a creer en el ser humano… vuelves a soñar pensando:
Pero no... ¡qué va!.
La diferencia reside en que, cuando eres niña, hasta donde alcanzas a comprender, todo te parece bello y las cosas son así, porque te dicen que son así. Sin preguntas. Sin darle vueltas.
Te vas haciendo mayor y entonces, cuando realmente te das cuenta de que el río no sólo es transparente, que el río también tiene piedras y se transforma en turbio... tiras del hilo de la imaginación, esa que te hace regresar a la inocencia que yace no sé por dónde; pero yace, quizás acurrucada en algún lugar a modo de fuerte, para no ser atacada.
Y vuelves a creer en el ser humano… vuelves a soñar pensando:
Si no te han saludado, es porque no te vieron. Si no te dicen cosas bonitas, es porque no les gustas. Si no te dan un abrazo, es porque no tienes brazos lo suficientemente largos para responder. Si no te susurran es porque no encuentran palabras. Y si hablan demasiado, porque su garganta necesita desahogo.
Sí… vuelves a tirar de la inocencia como refugio, para que el corazón, no se parta de pena.
y con todo y con eso se sigue partiendo de pena
ResponderEliminarEs una forma de supervivencia muy antigua, Celia. Lo jodido es que no siempre se consigue ignorar o disculpar al otro. No siempre logras cubrirte con esa coraza que hace falta para no sufrir, principalmente cuando quien te falla, es alguien que de verdad te importa. Entonces duele mucho.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, querida.
Siempre nos quedará en el alma un lugarcito para la inocencia y para el soñar, es la única forma de poder vivir dándole una tregua al corazón que sufre...
ResponderEliminarHermosa reflexión, Celia.
Un beso grande.
Es verdad, Celia. Cuando somos niños, no vemos la mitad de las cosas.
ResponderEliminarEs la ventaja de vivir en el mundo ideal.
Conforme crecemos, nos damos cuenta de que las cosas no son tan ideales.
Y duele, claro que sí.
Se trata de buscar la manera de que duela menos, no?
Es un mecanismo de defensa el que tenemos...
Besos!
Celia: para escribir sobre ingenuidad tendría que contactarte con un conocido que toda su vida es un eterno 28 de diciembre.
ResponderEliminarVive haciéndole "inocentadas" a los que lo rodean y él, a su vez, sigue jactándose de ingenuo, crédulo e idealista.
La ingenuidad dejémosla para los niños; para los adultos "al pan pan y al vino vino" :)
Genial la reflexión , Celia, pero ´la música... es una de mis canciones preferidas, la he cantado hasta la saciedad.
ResponderEliminarUn abrazo entre sonidos de silencio ;)
Ardilla. Me alegra mucho tu comentario. Espero que te encuentres bien y muy animada.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Un abrazo muy fuerte.
Hola fl. Ya... pobrecito.
Gracias por tu comentario.
Hola Lourdes. Sí. La vida es una buena escuela.
Besinos.
Liliana. Sin ese lugar del Alma, el ser humano estaría sin cobijo. Pienso que es un buen refugio.
Un abrazo.
Hola Sandra. Gracias por tu visita.
Ante todo, quiero decirte que ser inocente, o tener un grado de inocencia, no es ser idiota. Parece que la persona a la que haces alusión, es el típico que vive haciendo del 28 de Diciembre, su día Nacional,llevando la fecha a todos los días del año.
No. No es ese el tema que intento narrar hoy.
Hablo, simplemente, de ese lugar de nuestro interior, que nos hace ser mas confiados, y creer en el ser humano, que no es otra cosa, que seguir confiando en nosotros mismos, y en nuestras capacidades para disculpar (nos) y amar (nos). Es simplemente eso.
Existen bobalicones que creen que por tomar el pelo al contrario, y porque alguien se cree sus tonterías, son fuertes, y abusando del "pobre inocente" tienen un logro y un aliciente para vivir.
Vuelvo a decirte que no es el tema. Pero de ser uno de los dos, prefiero ser el inocente de turno, que el fantoche que hace lo propio con su misma vida.
Que la vida no te haga llorar si te encuentras con un "celebrador del 28 D". Simplemente mírale y si es capaz de entenderte le puedes decir, eso que siempre se les dice a los niñis, cuando estás en plena faena de formarles para adultos:
"Nunca hagas a nadie lo que no quieras recibir tú"
Un beso.
Espero volver a verte por aquí.
Y, un día, existirá un país llamado Inocencia... lo habitara todo el mundo, sin limites de edad...
ResponderEliminarLlegaremos a él, por el camino que dibuja una sonrisa, con la mirada repleta de estrellas... con el corazón de nuestra eterna Infancia.
Sería una bonita realidad.
Gracias por tus palabras Celia.
Un abrazo inmenso, guajina.
Desde luego la inocencia es un arma muy socorrida, frente a la muy frecuente cruel realidad.
ResponderEliminarMuy buena reflexión
Un abrazo
CELIA...creo que gran parte de mi inocencia no se fué ,por eso me las dan en el mismo carrillo.Besotes.MJ
ResponderEliminarEl ser humano merece que sigamos creyendo en él porque, aunque a veces nos hiera, él hace lo que puede desde sus limitaciones y es bueno que utilicemos, como dices, mecanismos como la "inocencia" para que no nos lastime.
ResponderEliminarUn abrazo
La inocencia nunca debe irse...Aunque cuesta trabajo...
ResponderEliminarLa canción, me encanta.
Muchos besitos.
En el momento que perdemos la inocencia, en el que alguien pierde la inocencia, es mucho menos humano.
ResponderEliminarDa para reflexionar mucho tu entrada Celia.
Abrazos.