¡Socorro! ¡Qué alguien me auxilie!
Marie no dejaba de clamar ayuda, mientras el resto de los transeúntes la miraban con asombro.
Estaba oscurecido, pero aún no era noche. Los coches iban y venían por la calle, ancha, de farolas medio iluminadas, que lanzaban sombras sobre su propia luz.
Por favor!!!! Vengan a mi lado… ¿no ven que me están rodeando? ¿No se dan cuenta de que intentan acabar conmigo?
Y las escasas gentes que caminaban cerca de ella, observaban la escena con espasmo.
-¿Cómo que le rodean? Le dice alguien…
-¡Señora!!! Usted lo que necesita es un psiquiátrico… no hay nadie a su lado. Le dice alguien más.
Y entonces, Marie, muerta de terror, se mira en el espejo de aquel escaparate blanco y observa lo que ya sabía de antemano… que a su lado están sus antepasados, su propio padre que murió hace un mes; su madre que la dejó un día lejano con aquella nodriza, que atinó su pezón para que ella viviera…, y el tío Emilio que deseaba abrazarla, mientras ella, se intentaba zafar, escapando así, de sus ancestros.
Los había intuido tiempo atrás.
Los había percibido hace unos días… y hoy… sus presencias se tornaban todas presente; presente hoy, callado de otros tiempos..
Porque…los muertos, ¿no callan cuando mueren?
Porque… los muertos, supuestamente ¿no van a descansar el sueño eterno?
No, amigos… ¡No!… los muertos siguen vivos aunque neguemos lo evidente.
Porque vienen contigo, a tu lado y te silban una canción de amor… o te cantan a gallo cuando llega la Navidad, a coro con quien en verdad canta en la Iglesia.
Sí... Los muertos siguen vivos.. a tu lado, diciéndote susurros o entonando una nana, cuando restallan truenos en el cielo y los rayos trazan esas figuras de fantasmas que vagan por las cortes celestiales.
Dice Sartre que "El infierno son los demás". Un desgarrador torturar y ser torturado. Magnífico relato.
ResponderEliminarBesitos.
Terrorífico!!
ResponderEliminarPues no me hace ninguna gracia pensarlo. Cuando se acabó, se acabó para siempre... no me vengas ahora con estas historias que voy y me las creo y ando mirándome en todos los espejos d ela casa!!!!
ResponderEliminarDitasea, Celia!!!
Malo sería eso de tenerlos alrededor para azuzarte y empujarte hasta la locura. Bueno, si sus presencias nos acompañan para bien y nos alientan a seguir adelante.
ResponderEliminarUn abrazo de halloblogween
Esta bien que se te aparezcan; pero que lo hagan suavemente sin causar susto; porqué sinó da tanto miedo que te paralizas.
ResponderEliminarHa dado mucho miedo
Un beso
Yo lo creo. Vivitos y coleando, en otra dimensión, la espiritual, pero existen.
ResponderEliminarUn abrazo
Quiero pensar que están ahí pero transmitiendo energía positiva.
ResponderEliminarEspero que los muertos no nos maten de miedo.
Un saludo.
Mejor descansen en paz. Cada cual en su sitio, pero que !mmiedoooooo! no quiero que me canten ni nanas ni na de na. uffff! por Dios!!!.
ResponderEliminarUn Abrazo Celia.
El relato, esta genial para los que nos gustan estas cosas... jajajajjaa
ResponderEliminarPienso que ellos si están con nosotros. Pero, no nos asustan, nos cuidan...
Un placer pasar a visitarte querida Celia.
Besitos
Pobre la protagonista, que desesperante debe ser que te persigan así los muertos, aunque sean tus familiares si vienen a molestarte en vez de a cuidarte.
ResponderEliminarMuy bueno, me gustó!!!
Un beso
Siempre nos transmiten energía y nos colman de amor. Yo lo creo firmemente.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Abrazos.
Amigos... Creo que todo depende de la percepción de cada uno.- Marie, mi protagonista, se asusta en vez de, sentirse arropada y feliz por tan grata presencia que por supuesto, viene a ayudarla.
ResponderEliminarPor eso... en la vida, todo depende de la forma de recibir las circunstancias que te llegan.
Un besito.
Una historia angustiante, que consigue atrapar al lector. Enhorabuena. Un abrazo.
ResponderEliminarCelia, estoy completamente de acuerdo contigo. La percepción de cómo residen en nosotros nuestros ancestros fallecidos depende de cómo hayamos conseguido integrar el proceso de la muerte en nuestra vida. Lo que a veces, dependiendo de las circunstancias, se puede vivir como una pesadilla, te aseguro que, en otras ocasiones se puede llegar a vivir como un descanso.
ResponderEliminarHa sido un placer pasar por aquí a pesar de la angustia de la situación que has conseguido transmitir.
Saludos.
y-un-gue-vooooo
ResponderEliminarque no, celia, que no y que no...
no soy miedica, pero eso quese propone en tu jaloguien, vamos, que no...los muertos al hoyo y los vivos al bollo...no puede ser que yo me mire al espejo con esa cara tan linda que tengo y , de repente, vea el fantasma de una mi agüela, ese fantasma feo y horripilante...que no, vamos que me voy del espejo echando leches...
besos medianos y muertos, querida celia.
Es que el miedo a morirnos nos hace plantear este recurrente pensamiento. Algo "vivo" debería quedar...
ResponderEliminarUn saludo desde Uruguay y felicitaciones por el relato, sigo el camino de Halloblogween
Me gusta pensar que si se quedan con nosotros, que sea simplemente para estar ahí, viviendo en los sitios que habitaron, sin inmiscuirse en nuestras vidas.
ResponderEliminarMuy bueno, Celia.
Un abrazo
Lola
¡Pobrecilla! Y eso que eran sus familiares más directos. Los únicos que, a buen seguro, nuca le harían ningún daño.
ResponderEliminarQuerida Celia. Tengo mi particular opinión al respecto, pero eso de que me canten, ni hablar. Para eso está la Kiss F.M.. ¡Válgame el cielo!
Has estado genial. Como siempre.
Un abrazo.
Maat
P.D. He llorado de risa leyendo el comentario que te ha dejado Gus. ¡Es único!
Me encantó... coincido con Maribel, me hizo pensar en las cosas positivas que esos espiritus pueden aportar a nuestras vidas.
ResponderEliminarBesos
Te aseguro que me gustaría sentir alguna que otra presencia en mi vida, pero no es así. Es cierto que su recuerdo me acompañará siempre como si estuviera a mi lado, que llenará muchos momentos, pero soy escéptico totalmente en cuanto a una vida después de la muerte.
ResponderEliminarPreciosa historia.
Un abrazo.
Siii muy buen relato, cada uno tiene su propio infierno...
ResponderEliminarMira que he preferido leeros con la luz del día, ni por esas... Esto de que los muertos están con nosotros... me da un mal rollo y a la vez me inspira pena Marie, pobre... es la única que lo ve.
ResponderEliminarBesos
Lo que me sorprende es que la prota pueda sentir tanto miedo de ver a sus ancestros a su lado y que ellos se empeñen en materializarse a sus ojos. Yo prefiero pensar que "ellos" sólo lo harían si eres capaz de asumir que están ahí para cuidarte...
ResponderEliminarUn tema el de este relato que, si bien no me produce miedo, es la mar de inquietante, ¿verdad?
Besitos
Pues si siguen a nuestro alrededor, yo espero no sentirlos ni verlos nunca, qué miedo, por Dios.
ResponderEliminarGracias por participar ¡
Los seres queridos que se fueron siguen con nosotros en nuestros recuerdos, en las pèqueñas cosas sin dudas,...pero vamos que eso de que te acosen, te sigan, te hablen!! ¡de espanto Celia!
ResponderEliminarBesito
No, pues tener a tus muertos cerca, asi de primeras, no parece mal.
ResponderEliminarO si?
Déjalo, estoy bien como estoy.
Buen tema Celia, bien tratado y lo que más miedo da es esa incomprensio en que se encuentra la pobre Marie.
Un beso. O mejor, dos.
Celia, mil gracias por tu comentario a mi blog, después de reabrir sus puertas ( me lo cerraron hasta con candado )ya puedo subir lo que no he podido decir en todo este tiempo ( que es ná)
ResponderEliminarSobre tu relato, es curioso el terror de cada uno, sentir pánico al volver a ver a tus seres queridos, descubre que la muerte después de la vida sigue siendo el fin de todo, aunque alguien regrese.
Un fuerte abrazo querida Celia.
Caray, ¡pura sugestión! Convincente y aterrador. Un beso.
ResponderEliminarLo único que nos faltaba es que después de muertos tengamos que andar por ahí alrededor de algunos familiares que en vida no soportábamos. Espero que me convierta en abono para plantas. Un beso.
ResponderEliminarTengo por norma no mirar los espejos por la noche, especialmente la noche de los difuntos.
ResponderEliminarEscalofriante.
Besines!
Me gusta pensar que los muertos velan por nosotros, pero no me gusta que me atosiguen ni los vivos ni los muertos. Terrorífico.
ResponderEliminarUn saludo.
Celia,me parece un relato precioso,me llego al Alma.Mi pensamiento tambien que siempre nos acompañan,pero me encanta verlo reflejado con tus reflexiones.
ResponderEliminarUn cariño enorme.
Luna llena.
Hola regreso ligero de equipaje a tu hermosa casa, aquí me instalo como mero okupa, muchas gracias, buen día, besos de nieve...
ResponderEliminarTal vez no haya tanta distancia entre la vida y la muerte. ¡Quién sabe dónde se encuentra la frontera entre la luz y la penumbra?
ResponderEliminarGracias por tus amables palabras en mi blog.
Siempre es un verdadero placer leerte. Celia
Celia perdona el retraso involuntario.
ResponderEliminarAquello del muerto al hoyo y el vivo al bollo no es del todo cierto. !Muertos vivientes! no se contentan ni con su día, dale que te pego, en escaparates, en sueños, en el espejo...
Besito.
Hola, mi querida amiga, es tiempo de recordarlos pero aunque la mayoría piensa que la muerte es el final, otros no tanto cuando las experiencias son intransferibles. Hace poco he estado en un hospital por dos veces viendo la misma persona, fallecería poco después pero estando aún viva y por los vínculos que nos unían no sólo de amistad, dijo algo que menos mal ya lo había dicho a un familiar que creyó que era cuestión de delirio. El mensaje era especial para quien sabe de qué se trata y el objeto de su observación descubría o, más bien afirmaba algo que por terrible que así sea, resulta claro para quienes tenemos fe y conocemos aclarando de lo que se trata y tuve mucho interés. Una foto confirmaría la visión vista por el enfermo y que tanto le inquietaba ante la descripción dada. Orar es lo que por hacer llenando el ambiente de fuerza espiritual positiva. "El hombre de negro y de la doble máscara está allí a la entrada, ¿le has visto? Dile que se vaya que no es al que espero..." - Entonces, cogí sus manos y le pregunté cómo eran sus ojos, si los tenía... A raíz de su respuesta le prometí algo que tendría con ella en el momento de su muerte y una imagen de "El buen amigo que nunca falla", Jesús, la puse en sus manos.
ResponderEliminarPuedo decir que este relato está muy bien encaminado, difícil expresar ciertas cosas por temor a que la ficción pueda ofrecer sus dudas, pero ya sabes que no es cuestión de mirar y sí de tener buena vista. Escribir es un ejercicio de experiencias muy interesante para quien como tú, sabes hacerlo perfecto. Bss.
Yo diría aún más, los muertos no viven a nuestro lado sino dentro del corazón y de la memoria, alli donde les hemos erigido un altar eterno...
ResponderEliminarPobre Marie, quizá no pudo comprender que venían a acompañarla y no a hacerle daño :)
Me encantó, Celia.
Un besazo gigante.