Conozco una historia. Una historia de alguien que despertó o vino despierto, que no lo sé muy bien.
Un día, el bombillón de la Existencia, de la Luz, se hizo más y más evidente. Tomó conciencia y sus actuaciones en la vida, estaban medidas, pasito a paso, adecuándose a aquello que le dictaba su Ser interior.
Supo del “yo soy tú y tú eres yo”, desde el mismo momento en el que tomó conciencia de sí mismo y de quien era y a qué había venido.
Vibró con la Luz, y trabajó su Alma para que no supiera albergar odio ni rencor. Para que el Amor del Espíritu bullera en todos sus actos y palabras.
No le importó ni le importa que pocos le comprendan. No intenta sobresalir ni saber siquiera si es ciudadano de la tercera, de la cuenta o… de la séptima.
Dice que siente arraigado a su interior la vibración del Verdadero Amor. Tiene grandísimas experiencias que le confirman su misión. Todo ello le hace albergar una profunda Felicidad Existencial.
Sin embargo… sigue triste porque, esta misma mañana, a una de sus mejores amigas le diagnosticaron un cáncer; un “carcinoma vasocelular nasal”. Sigue triste porque la vida no es un jardín de rosas para muchas personas que habitan el Planeta. Sigue triste porque la Luz, a menudo, se ve tras el cristal, pero no se abre la ventana para que penetren sus rayos en el Alma. Y sigue triste porque si el otro sufre, él también lo hace: ¿o no soy el otro? Dice.
Algunas veces, se repliega en esa Felicidad interior que le hace sentirse arropado y esperanzado por el después y aún así, me dice, jamás será feliz mientras alguien sufra.
Me dice que, solo una mirada hacia la vida, le indica que no ha encontrado aún el Paraiso, aunque viva en la cuarta… o en la séptima…
Y entonces yo le digo:
No sufras. Pronto estaremos todos iluminados y será un jardín de rosas.
Y él me contesta:
¡Ah!
=)
ResponderEliminarJajaja. Me encanta este comentario, Neogémimis. Muchos besos.
EliminarCelia como me inundan tus palabras, tus sentires por dentro, me llenan los espacios en blanco. Pero es verdad mientras alguna persona sufre tu sientes el dolor ajeno como el tuyo porque la sensibilidad y el amor es lo que tiene.
ResponderEliminarEspero que tu amiga se recupere pronto y la lucha diaria es así, pero ser luz es el objetivo primordial. Después de hablar contigo que no es lo mismo que en persona desde luego me han quedado claras muchas cosas.
Gracias por darme tu mano y mostrarme ese camino de claridad.
Hola Esther.
EliminarTa daré mi mano siempre que lo desees. Ya sabes que tenemos una charla pendiente.
Un barazo, amiguina.
A veces, la luz, esa que debemos mantener encendida siempre se nos apaga, o nos la apagan, y quedamos a oscuras, entonces...solo existe un modo de encenderla de nuevo; a través de nuestra FUERZA INTERIOR.
ResponderEliminarUn abrazo, Celia
Fina.
Hola Fina.
EliminarLa Luz, siempre encendida. Aunque la factura sea grande.
Un beso, amiga.
No dejo de leer y leer los escritos que tienes. Tengo dos de tus libros. Que eres especial es algo evidente.
ResponderEliminarTambién pienso que con todo lo que nos has hecho reír con aquellas narraciones tan graciosas no entiendo el motivo de tanta trascendencia porque ya resulta un poco aburrido y que conste que me llega lo que dices. Te envió un saludo
LLevas mucha razón. Soy un tando redundente. Pero no sé el motivo... bueno sí lo sé, y es que a mí, el haberme conocido o reconocido, me ha aportado mucha felicidad.
EliminarSé que todos somos uno y que vamos en el mismo barco.
Me gusta participarlo.
En fin... cualquier día salgo por las peteneras de lo cotidiano, y de las sonrisas.
Aunque la Verdadera Felicidad está en nosotros mismos. No lo olvides.
Besos, anónimo.
Son tantos los tropiezos que encontramos en nuestro caminar diario, que no es de extrañar que más de uno, en su camino hacia el Amor, y la Verdad, se sienta tentado de tirar la toalla. Ni aun sabiendo que nos esperan con los brazos abiertos, es fácil seguir caminando...
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, querida Amiga. Creo que voy a cambiae un poco de tanta reflexión.
EliminarEl Amor, principio y finalidad, ya que no fin.
Besinos.