-¿Te gusta reír?
-A carcajadas.
-Y ¿Qué te hace reír?
-Muchas cosas, pero dependiendo de cómo esté anímicamente, me puedo reír o llorar ante la misma circunstancia.
-Pues dime algo que te haga reír.
-Intenta hacerme reír tú y yo, ya me río o no.
-Bien... ¿Qué opinas de Donald Trump?
-Nada. Aquí solo percibo una bomba. Pero no opino sobre la bomba, porque todo está a merced de la circunstancia.
-Otra... ¿Qué piensas de la humanidad?
-Opino que es demasiada belleza dormida.
-¡Ah!. Si tu lo dices... ¿solo eso?
-Sí. Solo eso, pero puedo añadir que alguien despierto no podría realizar tantos desatinos. Estamos inmersos en demasiada oscuridad y eso es la tumba de las vivencias.
-Oye ¿que opinas de ti?
-Pues... no opino nada. Sé de mí. Es lo que a estas alturas de la vida me importa. Expresarlo no hará más que volcar opiniones y pareceres adversos que a su vez, si llegan a mí y son adversos, me provocarán desasosiego. Por eso no opino.
-Pues... buen días tengas, mamá.
-Que Dios te acompañe, hijo.