A mí, esto de dar la "parpayuela", con el Más Allá y el más acá, me va, me va, me va... Como dice la canción.
Pero no os creáis, porque yo, atiendo mis deberes del plano físico, con toda la dedicación y responsabilidad.
Ahora mismo, mientras estábamos comiendo mi marido y yo, veo en una tertulia de la Primera cadena, cómo están hablando sobre las fosas comunes, producto de aquella deplorable guerra civil, que no acabamos de olvidar.
Mi amado padre, -que perteneció al bando perdedor-, era muy joven y además... en el pueblo y sin criterio establecido era un " tú pallá, tú pacá" como si fuera el juego del escondite, y así, muchos combatientes lucharon sin ideal por ideales de otros, aunque después, estuvieran en sintonía con la causa.
Él era una de las mejores personas que conocí. Amante de la naturaleza y de la vida.
Siempre inculcó la Unión, sin resentimiento alguno.
Pues a lo que voy: se buscan ADN, en restos, en el suelo, de esos fallecidos -matados, es más fuerte-, para venerar su muerte y si es posible ajusticiar más y más a alguien. No importa a quién.
Creo que nos olvidamos de los vivos, arrinconando a los "viejos" hacia esas residencias a los que apenas se visitan, y por otra parte, se buscan encarecidamente, para hacer "justicia" a los "bisabuelos o tatarabuelos" dado el tiempo transcurrido.
Los muertos, no están en los huesos enterrados.
Los que dejaron la tierra ¡Viven!
Bien lo sé...
Por cierto, los restos de mi abuela y mi abuelo paterno -este, muerto como resultas de esa guerra, al estar preso en una cárcel fría-, están perdidos en la tierra. Pero los percibo, cada noche, cuando paso revista a los que ya no están en este Planeta oscurecido.
Sí, los percibo tan cerca, como aquellos que están identificados en una tumba.
Y pienso yo: quienes lanzan las cenizas al mar, o al monte, o al mismo río, tal vez sean también recriminados por sus descendientes, al no saber a donde han de llevar flores.
D.E.P.
Y siempre Amor hacia los vivos y los que están también presentes, pero sin cuerpo físico.
Pero no os creáis, porque yo, atiendo mis deberes del plano físico, con toda la dedicación y responsabilidad.
Ahora mismo, mientras estábamos comiendo mi marido y yo, veo en una tertulia de la Primera cadena, cómo están hablando sobre las fosas comunes, producto de aquella deplorable guerra civil, que no acabamos de olvidar.
Mi amado padre, -que perteneció al bando perdedor-, era muy joven y además... en el pueblo y sin criterio establecido era un " tú pallá, tú pacá" como si fuera el juego del escondite, y así, muchos combatientes lucharon sin ideal por ideales de otros, aunque después, estuvieran en sintonía con la causa.
Él era una de las mejores personas que conocí. Amante de la naturaleza y de la vida.
Siempre inculcó la Unión, sin resentimiento alguno.
Pues a lo que voy: se buscan ADN, en restos, en el suelo, de esos fallecidos -matados, es más fuerte-, para venerar su muerte y si es posible ajusticiar más y más a alguien. No importa a quién.
Creo que nos olvidamos de los vivos, arrinconando a los "viejos" hacia esas residencias a los que apenas se visitan, y por otra parte, se buscan encarecidamente, para hacer "justicia" a los "bisabuelos o tatarabuelos" dado el tiempo transcurrido.
Los muertos, no están en los huesos enterrados.
Los que dejaron la tierra ¡Viven!
Bien lo sé...
Por cierto, los restos de mi abuela y mi abuelo paterno -este, muerto como resultas de esa guerra, al estar preso en una cárcel fría-, están perdidos en la tierra. Pero los percibo, cada noche, cuando paso revista a los que ya no están en este Planeta oscurecido.
Sí, los percibo tan cerca, como aquellos que están identificados en una tumba.
Y pienso yo: quienes lanzan las cenizas al mar, o al monte, o al mismo río, tal vez sean también recriminados por sus descendientes, al no saber a donde han de llevar flores.
D.E.P.
Y siempre Amor hacia los vivos y los que están también presentes, pero sin cuerpo físico.