Seremos lo que Somos
Niño… mi delfín, que aprendes de
los otros, mientras correteas por tu
camino azul.
Creación de vida al nacimiento…
Bendita esa hora bella, al
contemplar tus ojos hoy, en esta vez primera.
Brazos en abrazos de eterna
compañía, aun sabiendo que los años trazan vida nueva… y tú te irás, dejando mi
Alma llena de bonanza o de pena, mientras atisbo por las rendijas del futuro, tu
camino cierto o no, desde mi hoy.
Pero ¿Lo que
para mí es adverso, será igual para ti?
Cuando me haya ido, te tenderé mi
Ser, mientras aceches otras manos, una vez te invada la adolescencia, la
juventud, la madurez también, y yo sea en ti, un mero recuerdo de otro tiempo.
Porque la vida corre y tú… ya me
habrás olvidado, como así ha de ser, en estas contiendas de la tierra en donde
todo pasa y nada se queda.
Oh, niño azul, como azules son
las capas de los delfines, que corren a lomos de un caballo, por los llanos o
grutas escarpadas.
Mi Alma se dolerá por tu Alma cuando
esta sufra y entonces yo, como Ser infinito, intentaré alentar sin osadía, tus
pasos, mientras tú te preguntes:
¿Qué seré mañana?
Y entonces, sin darte apenas
cuenta, te subiré al regazo, mirando aquel ayer, cuando tus ojos aun sin ver
nada más que siluetas, al ser aquella criatura indefensa, que nació en un día
de primavera… te diré: “Serás mañana lo que eres hoy”
Y tal vez, mirando al suelo, repliques, altanero y distante, mirándome, con
los ojos muy abiertos ante una especie de chochez, en esta mujer, ya entrada en
años.
Entonces… acomodada en mi silla y
tú, otra vez sentado en mi regazo, atenderás las razones que esgrimo… sin
osadía, sin tretas, sin nada más que aportar mi lección de vida andada.
Sí, Amor de mi ilusión, porque serás
la continuidad de mis Amores. Esos que
batallean en la laguna azul; porque azul es la mirada eterna de nuestras
miradas, hacia el cielo o el mar.
Por eso hablo de vivencia y te
digo que serás lo que eres hoy, porque la infancia porta ese libro en el que
más tarde leerá.
Uno u otro día.
Y en ese libro, has de escribir
con letras de oro, que jamás lanzarás a
la vida, dardo alguno, pensando en hacer daño.
Nunca temas, mi delfín, mi niño
azul.
No temas a esas tientas duras; a
tantos caños de fuentes del río turbio.
No temas a las pisadas de otros,
témete a ti si un día haces que alguien sufra por tu traición.
Aunque me vaya de la vida, pronto
ya, no pienses que me he ido. Solo duermo en aparente ausencia, aunque tú,
cuando la vida avance, tal vez dudes de todo sin siquiera recordar, esta
experiencia mía de Cielo eterno.
Si lloras, con un vacío aquí, a
la altura del pecho,… acerca a ti tu mano, y piensa en tu manto azul, que
llevas y no ves.
Y si sigues llorando… quizás sea porque,
no he sido capaz de sembrar en ti, primaveras, para cuando llegue ese otoño a
tu vida.
Porque la lluvia, mientras vives,
cae, y siembra barro. Y el ser humano pisa sobre él y olvida que antes, un día
lejano, ha sido lluvia clara.
Mi niño amado: No olvides que
eres Luz, y Amor y Vida eterna, lo mismo que serás.
Por eso, en el tiempo sin tiempo,
la leyenda del círculo existencial será realdad… y siempre en la rueda de las
vivencias, llegaremos a ser
Lo que realmente…
Somos.