Y soñaba, cuando era niña, con ser como esos pájaros que
vuelan y se etiquetan de colores para lucir su rumbo, entre el aire y las
gotas.
Soñaba embelesada con aquellos suspiros que los mayores
suspiraban pero que tal vez, nunca
llegarían a mi vida y sí llegarían las
risas, incluso carcajadas.
Soñaba con los Luceros del firmamento mientras me percibía
un lucero también; con Luz más tenue pero lucero al fin.
Percibía cosquillas en el estómago cuando me asomaba a mi
futuro mientras mi madre me decía: “Nena… deja de soñar y ponte a hacer los
deberes, que con los sueños no vas a comer en el mañana”.
Y entonces yo abría poquito a poco la ventana y volvía a
volar entre las Estrellas; y un día me encontré con una réplica de mí, al lado
de una nube. Me asusté. Pero Alguien me dijo que los vivientes somos seres
multidimensionales y podemos existir aquí y allá, a la vez.
Y los jardines fueron primavera y también dejaron
marchitarse sus flores, y las cuencas de
los ríos siguen su cauce y los seres humanos seguimos caminando con esa venda
que cubre la memoria; esa memoria, escurrida hoy, de aquel tiempo sin tiempo que al nacer…
alguien olvida que existe.
Celia Álvarez Fresno. 12-10-2021.
No hay comentarios:
Publicar un comentario