-¡Qué más da!
Queda lo que queda...
-No entiendo.
-¿De qué te vale entender lo absurdo?
¿De qué te vale saber, si no alterará el camino?
-No entiendo.
-Hijo, yo tampoco.
Sólo intento que mires despacito...
Poco a poco.
Tal vez eso, te yude a caminar.
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