Estoy en una rama con mi familia; todas juntitas luciendo las hermosas púas al sol.
De pronto, dos mendigos se aproximan por el camino, y en su paso cansino se adivina un hambre de varios días.
Nosotras que tenemos mucho que ofrecer, hacemos un guiño y retorciendo eso que nos une a nuestro soporte, logramos desprendernos presurosamente a nuestro destino. El suelo.
Pero la mala fortuna, hace que apuntemos directamente a esas personas y lo único que logramos es herirles, cuando nuestra intención no es otra que darles eso que llevamos en nuestro interior.
Abrumados huyen sin pararse a mirar, y nosotras yacemos, pobres castañas, dentro del erizo, mientras nos preguntamos:
¿Por qué el ser humano tiene tanta prisa y no se para a mirar las maravillas que les puede ofrecer la vida?
Celia, fábula que en nada desmerece a las de Samaniego. Incluso con toque asturiano incluido.
ResponderEliminarAbrazos.
MI QUERIDA CELIA¡¡CUANTA VERDAD HAY EN LO QUE DICES!
ResponderEliminarPOR DESGRACIAS ASI SOMOS ..EGOISTAS POR NATURALEZA Y SIN DARNOS CUENTA DE LAS MARAVILLAS A NUESTRO ALREDEDOR..HOY LUCE UN SOL PRECIOSO Y MAGICO.
BESOS Y ESPERO ABRAZARTE MUY PRONTO.MJ
Qué bueno, Celia. Una historia con mensaje oculto. Es cierto, vamos ciegos por la vida y, a veces, eso que nos golpea en la cabeza esconde un fruto que no vemos. Aquí, en la escuela de la vida, nada es lo que parece; sólo hay que esperar o graduarse en casualidades-curiosas.
ResponderEliminarUn abrazo de castaña pensativa.
Como en muchas otras ocasiones, tiendes la mano, la tomo y me incorporo (quizá con gesto algo cansino)... me susurras algo al oido e inicio la senda del día....
ResponderEliminarPuede que sea en el crepúsculo cuando vuelva a la castaña y descubra con asombro que tan solo la mitad de ella tiene el alimento suficiente como para saciar el hambre de la jornada....
Gracias Celia.
Un abrazo.
No esperaba que, partiendo de un erizo abierto, el texto terminase en una reflexión tan profunda e interesante...
ResponderEliminarMe encantan las castañas. Y me ha encantado este texto. Sí, solemos tener demasiada prisa, sí...
Besos.
Joé, hasta las pobres castañas se dan cuenta de que no sabemos apreciar las pequeñas cosas...
ResponderEliminarDebe ser tan evidente, eh?
Me ha encantado el texto, Celia.
Un beso, guapa!!!
Dificil contetar a esa pregunta Celia. Tal vez todo sea...cuestión de prioridades
ResponderEliminarun abrazo
Gran verdad Celia. Bonita metáfora. vamos tan deprisa y acelerados que somos incapaces de pararnos a contemplar todo lo que nos rodea, si así lo hiciéramos tendríamos gratas sorpresas.
ResponderEliminarUn beso
Celia, nos apartamos por instinto de los pinchos, y algunos esconden
ResponderEliminartesoros, erizos, caracolas...Nos apartamos del riego y eso nos perdemos, tantas veces. Morajeja oportuna en época de castañas, aunque las hay falsas.
Planteas un enigma, nada se obtiene sin un pequeño dolor, el o la que se atreva, saborea placeres, castañas asadas !otoño!
Muy acertado, bsito, natalí
Qué bueno, Celia. Desde luego que si nos pararamos a mirar algo más despacio, veríamos casi un universo paralelo del que nos perdemos no solo cosas pequeñas, sino personas maravillosas.
ResponderEliminarUn beso, mi niña.
Natacha.
Celia, me hiciste volver a la infancia, correteando por entre los castaños y probando alguno de sus frutos...
ResponderEliminarUff, hace años que no veo una castaña con erizo :(
Besos
Que genial Celia. Como me ha gustado. Que profundo y sugerente. Es cierto a veces no sabemos ver .
ResponderEliminarQue desastre somos. Un beso grande.
Celia: Me encantó esta propuesta de reflexión. Muchas veces nos perdemos las maravillas que nos puede ofrecer la vida por no saber mirar más allá de nuestras propias narices.
ResponderEliminarUn abrazo
excelente fabula. Me encantan estos cuentos lúdicos.
ResponderEliminarEncontré por casualidad tu blog de relatos y me quedé sorprendido por la historia que escribiste en agosto del supermercado, aca te leo en una faceta más luminosa pero igualmente interesante.
Un abrazo
unaimagenpalabrasmil.blogspot.com
Que lindo texto amiga y que buena reflexion, te dejo un beso, cuidate mucho.
ResponderEliminarson los miedos que nos fabrican durante tanto tiempo,nos quita el coraje para arriesgar el pincharnos si es necesario en pos de lo que mas vale.
ResponderEliminarramo de cariños
yo creo que tu misma has dado la respuesta porque no nos paramos a observar el interior y el exterior casi siempre tiene puas, simpática entrada,, la castaña taña, como pincha pincha... un abrazo Celia, te tengo en mi corazón ...besitos,,, y besinos
ResponderEliminarHola amigos.
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros comentarios.
Es bonito escribir cuando te leen personas tan majas como vosotros.
Un beso enorme.
¡Muy bueno Celia! Y cuánta razón hay en tu fábula...
ResponderEliminarMuchas veces no alcanza con la intención de dar todo de nosotros mismos para ayudar a alguien, si la otra parte no se detiene a contemplar el ofrecimiento siquiera.
Besazos amiga.
Celia, por un pinchacillo sin demasiada importancia, hay quien pierde degustar una buena castaña.
ResponderEliminarEse ejemplo es valido en el sentido de protección también como la rosa y las espinas.
La naturaleza intenta defenderse de los ataques aunque a veces no lo consigue.
Buena entrada Celia.
Un beso, gracias por tu estimada presencia
Me encantan las castañas!!!!
ResponderEliminarOscar
muy ocurrente castañas que se ofrecen en plan altruistas para ser comidas. Me gusta.
ResponderEliminarEs más que probable que andemos sobrados de prisas...
ResponderEliminarDeberíamos volver los pasos a veces,para recoger esas castañas sabrosas que caen para nosotros y no hemos sabido apreciar...
Besos.