-Zapatos… lo siento mucho, pero tengo que ser fuerte y participaros mi decisión…
-¿Tú qué?
-Mi decisión.
Veréis, es que… después de tanto tiempo he de deciros que no estuve cómoda con vosotros.
Os voy a abandonar.
-¿Que nos vas a abandonar? ¿Estás loca? Después de todo lo que hicimos por ti… ¿No nos has elegido? ¿Entonces…?
-Lo sé…
-¿Tú qué?
-Mi decisión.
Veréis, es que… después de tanto tiempo he de deciros que no estuve cómoda con vosotros.
Os voy a abandonar.
-¿Que nos vas a abandonar? ¿Estás loca? Después de todo lo que hicimos por ti… ¿No nos has elegido? ¿Entonces…?
-Lo sé…
Sí; os elegí un día cuando tenía casi la seguridad de que os ibais a adaptar perfectamente a mis pies, y que seríais acogedores y cómodos... pero no ha sido así.
-Ahora que lo dices… tú tampoco has sido cuidadosa con nosotros. No nos diste betún, cuando estábamos irreconocibles. No nos refugiaste de la lluvia, cuando los cántaros bajaban de las nubes. No nos mimaste, cuando volvíamos a casa hechos un desastre…
-Lo siento. Sí; lo siento mucho. Tal vez no os traté como esperabais, pero estaba tan ocupada curando las rozaduras y las llagas que me habéis hecho…
La verdad es que no sirve de nada que sigáis conmigo.
-O sea que nos dejas tirados después de habernos usado a tu antojo.
¿Y… que vas a hacer?
-Continuaré descalza el camino de la vida.
Tal vez aligerando la carga, los pasos se vuelvan más alegres y seguros.
-Ahora que lo dices… tú tampoco has sido cuidadosa con nosotros. No nos diste betún, cuando estábamos irreconocibles. No nos refugiaste de la lluvia, cuando los cántaros bajaban de las nubes. No nos mimaste, cuando volvíamos a casa hechos un desastre…
-Lo siento. Sí; lo siento mucho. Tal vez no os traté como esperabais, pero estaba tan ocupada curando las rozaduras y las llagas que me habéis hecho…
La verdad es que no sirve de nada que sigáis conmigo.
-O sea que nos dejas tirados después de habernos usado a tu antojo.
¿Y… que vas a hacer?
-Continuaré descalza el camino de la vida.
Tal vez aligerando la carga, los pasos se vuelvan más alegres y seguros.
sutileza con doble sentido
ResponderEliminarla decision ya esta tomada
curaremos llagas pero de otra indole
ramo de cariños
Divertido relato. La verdad es que yo no cuido mucho mis zapatos; aunque si encima te hacen daño; menos.
ResponderEliminarUn beso
Fíjate tú, que me han dado pena los zapatos y tó.
ResponderEliminarAngelicos, no?
De todas formas, no sé, para andar el camino de la vida,
a veces hay que pisar fuerte para dejar huella,
y sin zapatos es mucho más doloroso...
Digo yo...
Besos, Celia!!
A veces sería bueno quitarnos los zapatos, soltarnos la melena o andar desnudos...
ResponderEliminarCreo que todo hay que probarlo, lo malo es que nos guste.
Un abrazo
Celia, no sé si ponerme a favor de los zapatos o de los pies. Muuuy agudo relato, da qué pensar.
ResponderEliminarLo medito descalza, bsito, natalí
Muy tipico, usar y tirar.
ResponderEliminarAY,AY, esos pies tan egoistas.
Muy bueno el relato.
Un abrazo.
Hola Celia.
ResponderEliminarMe ocurre como a Natalí. Necesito meditar para ver con quién me quedo. Eso es a lo que invita tu sagaz relato, a la reflexión.
Lo único que tengo claro es que el camino contra más ligeros lo emprendamos, mejor.
Un abrazo.
Maat
Al seguir la vida descalzos podemos elegir pisar los guijarros del camino o no hacerlo, siempre es una opción, al igual que quitarse los zapatos...
ResponderEliminar¡Me encantó Celia, estupendo relato!
Un besazo, amiga mía.
original relato, dice mucho de esa decisiones (tal vez caprichos) q por mucho tiempo tratamos erroneamente de vendernos a nosotros mismos.
ResponderEliminarUn saludo :)
Mi querida Celia creo que más de uno deberíamos tirar los zapatos.
ResponderEliminarBesos.MJ
Celia, me ha encantado esta historia entre los pies y sus zapatos.
ResponderEliminarOriginal y sugerente con usar y tirar.
Un fuerte abrazo
Hola Yonki.
ResponderEliminarGracias por tu visita. Efectivamente es una decisión tomada, tal vez por el propio desgaste de los zapatos o por un arrebato de quien los usó durante mucho tiempo.
Un abrazo.
Hola Carmen. Reconozco que no cuido los zapatos como debiera. Pero tampoco los zapatos han tenido consideración con mis pobres pies.
ResponderEliminarEn fin... un cúmulo de malas interpretaciones, tal vez.
Besos, amiga.
Lourdes.
ResponderEliminarCon tu gracia al escribir y me imaginos, cuando hablas, con ese acento Andaluz, tan chulo, se me olvidan las llagas y los callos y todo eso que me han hecho los zapatos.
Un besito, cielo
Hola Amiga ¿sabes? Has sido tú mi inspiración. En ese viaje del día 13, cuando comentabas el vestuario y todas las inclemencias que has vivido durante la jornada, pensé que estarías mas mona con zapatos, y me surgió el relato.
ResponderEliminarGracias por tu aportación involuntaria.
Besos
Hola Natalí.
ResponderEliminarCreo que ambos son dignos de lástima.
Ya te contaré cómo se camina descalza. Y es que he elegido un tiempo un tanto malo para ello. Comienza a hacer frío, y lloverá a cántaros, y tendré que pisar así, en primera línea, charcos y demás...
Un beso, amiga.
Hola Ángel. El tema es que si los zapatos han hecho daño a los pies, sabiendo que apretaban, no debería de darte pena de ellos. De no ser así, tal vez los pies no los hubieran despedido...
ResponderEliminarEn fin, todo en la vida, tiene dos lecturas.
Un abrazo y gracias.
Hola, querida Maat.
ResponderEliminarFíjate si te tengo presente que en un comentario a otro blog en donde suena Matt Monroe, escribí Maat. ¿Qué te parece?
Gracias por tu comentario y por la excursión que has narrado ayer, con fotografías y maestría como nadie sabe hacer mejor que tú.
Un beso.
Hola Liliana.
ResponderEliminarEl problema de ir descalza es que tenemos que mirar más hacia el suelo. Eso tiene problemas porque el Cielo es mi retazo de tranquilidad, me encanta ver las nubes desplazarse, con prisa, como ocurre ahora, en otoño. Y tampoco es bueno para las cervicales, eso de mirar continuamente los pasos.
En fin... ya te contaré-.
Besinos, amiguina
Lo que nos hace daño aunque sea útil cae en la categoría que a primera vista calificaría de prescindible.
ResponderEliminarPero ¿y si limpias bien los zapatos, los rocías con uno de esos sprais mágicos para evitar rozadurasy luego vuelves a caminar con ellos?
Lo mismo empiezan a ser útiles empleando amor con ellos ¿no?
Abrazos.
Ya ves,un diálogo surrealista,es capaz de terminar en algo profundo,algo en lo que pensar...
ResponderEliminarAunque lo hayas hecho de forma algo cómica,es verdaderamente importante ese acabar decidiendo soltar lastres para andar sin tanta carga
;lo que quede del camino...
Ya sabes lo que opino de tus escritos,¿no?
Pues eso :)
Besos.
Hola Manolo, super-poeta de la red...
ResponderEliminarMi protagonista, parece que ya les dió a sus pies, masajes varios, cremas de oriente y de occidente y cuidados intensivos, pero los zapatos le siguen haciendo daño.
Y los zapatos se quejan de los pocos cuidados que ellos han recibido...
Aquí está el conflicto y las diversas maneras de ver la vida.
¿abandonar? ¿una buena opción? Tal vez, no. Pero es una de ellas.
Gracias por estar ahí, y por esa coherencia que te caracteriza.
Un abrazo, amigo.
Marinel.
ResponderEliminarLa verdad es que este relato me lo ha inspirado Amig@, un blog con mucha fuerza, y que ha narrado algo que le ocurrió un 13 martes.
Pensé en unos zapatos... y surgió mi escrito.
Muchas gracias, gran escritora.
Besos
Muy original el post. La verdad es que si los pobres hablaran, cuántos se expresarían en esos términos.
ResponderEliminarEncantado de entrar y comentarte
Un abrazo
Volver a recuperar el tacto, más cerca que nunca de la tierra, de sus elementos... son demasíadas cosas las que nos impiden tomar conciencia con todo cuanto nos rodea... no creo que sea tan mala idea el tirar los zapatos.
ResponderEliminarMuchos besines, amiguina.
Interesante verso, aplicable a muchísmos elementos de nuestra vida.
ResponderEliminarun abrazo
unaimagenpalabrasmil.blogspot.com
Coincido en que los zapatos son una tortura porque los sufro pero creo también que es un maravilloso símbolo de liberación.
ResponderEliminarUn abrazo
sobretodo paso a saludarte, los zapatos son mis enemigos nº 1, mis pies son de sirena, y todo me hace daño, ya ves... esto de ser pisciana, el agua es mi medio.. decirte que cuando mi padre vivió en la Argentina, caminando por las Avenidas,... no dudó en quitarse los zapatos y caminar descalzo...
ResponderEliminaryo salgo a él, me encanta estar libre...
besitos, estas entradas tienen muchas frescura, me gustan.
Divertido, pero ante todo...muy inteligente.
ResponderEliminarUn placer haberte leído
Hola julio.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Vuelve cuando quieras, ahora mismo te visito yo.
Margot.
Esoy haciendo un cambio de temporada. La verdad es que tenía que haber lanzado los zapatos al principio del verano. Ahora no es buena cosa... me puedo acatarrar.
Un beso, amiguina.
Hola Luis.
Gracias por tu paseo por este, mi espacio.
Sí... los zapatos dan para mucho.
Hola Gloria.
Los zapatos sí son una tortura, sobre todo cuando no se ajustan bien, y tus pies son sensibles.
Un abrazo y gracias.
Hola Carrachina
O sea ¿eres de agua? Mira por donde yo soy fuego (aries), y no veas lo bien que me viene el agua muchas veces.
Gracias cielín, por tu comentario y besinos.
Hola Mistral.
Me alegro que alguien tan inteligente como tú, opine así.
Gracias.