Gracias por esta preciosa carta, amigo. La guardo entre mis tesoros, y por ello, con tu permiso, quiero compartirla.
Hola Celia:
Yo siempre he pensado que si la vida acabase con la muerte, me sentiría profundamente decepcionado. No sería justo ni tendría sentido una existencia tan breve para un ser tan sumamente asombroso, como lo es el ser humano.
Pero quién sabe Celia, quién sabe dónde se esconde la verdad y la mentira de las cosas.
Yo dudo de todo y: creo en todo, estoy abierto a todo y ya no lucho contra corrientes que podrían derivarme en una o mil bifurcaciones .
He llegado a la conclusión, que sólo soy uno más en la naturaleza. Ella es mi gran profesora. Para cualquier problema o alegría que surge en mi camino, echo mano a la enciclopedia de la sabiduría de lo Natural.
El sentido común ha de ser un sentido muy libre para poder confiar en él y limpiarlo continuamente de cualquier tipo de contaminación social. Él es mi guia por estos caminos empedrados que nos toca cruzar a diario, queramos o no.
Creo que nuestro cuerpo tan solo es un envoltorio aprovechado por ese "algo" mucho más importante que unos puñados de nervios, células y latidos. Ese algo, Celia, siempre está presente y desearía con todas mis fuerzas que sólo fuésemos un pequeño juguete perecedero, de algo tan inmensamente sublime como es el "ALMA"
Somos simples marionetas, manejadas por algo mucho más poderoso, algo que nadie es capaz de imaginar y sin ninguna duda... para algún fin.
Aun así no me preocupa excesivamente el más allá y si te soy sincero; ni el más acá.
Soy como ese árbol como ese que tienes en tu jardín, el destino me talló un corazón de poeta, pero no soy más ni menos que él.
Los dos, formamos parte de este planeta, de ese universo, los dos estamos vivos, los dos sentimos, ocupamos un lugar y eso... es importante.
Tenemos que bajar los peldaños de esa escalera, que el hombre ha elevado con falsos peldaños hasta tocar casi el cielo.
Hay que bajar hasta el escalón de la humildad, allí se encuentran; el árbol, la tierra, la lluvia, las emociones . Solo así estaremos cerca de nuestra alma.
Estoy en paz conmigo, he llegado a ese punto, en que en las veinticuatro horas del día estoy en mi, sé quien soy, sé qué soy, me siento, me noto, me palpo y sonrío.
¡Discúlpame!, no se si he respondido a tu carta, lo que sé, es que me he sentido muy a gusto.
Al leerte se abrió una contraventana que da a tu jardín y sencillamente te he escrito, dejándome llevar por el olor de tus flores y tus palabras.
Con vuestro permiso, he desactivado los comentarios.
Creo que todo está dicho.