Recógeme del suelo cuando cante la Luna añorando el Sol,
porque la fuente de mi río, dejará de manar en ese cauce que riega tierra
fértil.
Yo no tengo distancias en las noches de Luna llena, pues
ella, lleva mi Luz a su aposento.
Yo no añoro que plantes los cultivos en mi menguante ni que
suban y bajen las mareas.
Y no lo añoro, porque el mar no sabe de mí influjo ni
siquiera percibe mi presencia, y me desconoce porque aunque rijo sus mareas no
sabe de mí.
Se apacienta, engreída, con crestas entre espumas.
Se engalana por medio de las olas.
Deglute rocas que poco a poco las convierte en arena, cuando
el mar se viste de bramido un día, en el que mandan las profundos sonidos abisales.
El mar, Fuente de vida tan diversa… como las inmensas
arboledas de una selva sembrada con todas las especies… y
¿Quién lleva el timón
de las vivencias?
¿Quién enhebra funciones de Vida y Muerte? ¿Quién orquesta
las Esferas de los Universos infinitos que conforman la Totalidad?
“La Madre Vida, que surge de la Vida”.
Y detrás de la Vida… ¿qué hay? Me preguntas… y Yo te
respondo:
“Un trozo de azabache, una arena, una flor… pero sobre todo,
un Pensamiento vibrando entre la Nada, y desde ella, parte la Materia, los
Sentimientos, la Vida y también… la Fuerza para alcanzar Sabiduría y Amor… Esas
premisas que llevan a Dios. Inalcanzable Energía de los Firmamentos”
Celia Álvarez Fresno 2021
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