Esta mañana estuve de visita en la Catedral de Oviedo.
Tal día como hoy, hace 31 años, sonó con gran fuerza el
despertador de mi Alma.
Antes de ese día, -aunque amante de Dios-, no tenía esa Roca
firme a la que agarrarme, porque mi mente se afanaba en mandarme ladera abajo,
diciendo que no existía nada tras la vivencia física.
Pero, ese día, ese gran día, en mi interior sonó el
despertador espiritual y comencé a escribir con letra diferente, textos de Amor
y Vida, con una gran Energía que venía de no sé dónde -hoy sí lo sé-, y que me
envolvía con un intenso Amor.
Sí. Hoy visité al Salvador, como tantas otras veces fui,
desde aquel día; pero en estos aniversarios me presento ante Él, con una
letanía de preguntas que siempre son respondidas... uno u otro día:
Me inspira desde la Unidad de todos los seres humanos en Uno
solo.
Me inspira que siembre Recuerdo, y así lo siento he de
hacer.
Me inspira que las diversas lecciones sobre su Realidad han
de ser Una sola: “El Amor”.
Me siento allí, tan cerca de sus pies, que con solo
sentirle, mi Alma se arrebuja y se enhebra con Él para contarle penas y
sufrimientos de tantos desdichados que ahogados por la vida, no respiran.
Y le cuento leyendas, para que la vida sea enternecida desde
su poder y gloria, mientras...
“Deja que la vida siga su curso”, parece que me dice.
Y yo... entonces no digo más que “Amén” y me caen los
lagrimones en el suelo, y extiendo mis manos hacia sus pies en un intento vano,
pues es prohibido tocar su estatua que aunque inanimada, yo le veo saliendo de
esa escultura, y la miro a mi lado, como Esencia infinita...
Y le digo despacio:
“Gracias, Señor, por ser la Columna y el Corazón de la
Vida”.
Y Él... no dice nada, pero yo sé que sus abrazos nos cubren
a todos por igual, y su Amor se expande como Perla de Vida, aunque viva en
silencio, para que la humanidad, siga su propio camino, alguna vez a oscuras y
otras veces mirando hacia esa Luz, que jamás abandona.
Celia Álvarez Fresno. 23-12-2020