Era noche cerrada cuando te vislumbré colina abajo:
Tenias un Lucero encima de tu frente, ese que te alumbraba,
aunque no miraras, ya que ante ti se presentaba un largo caminar hasta ese
encuentro pactado Contigo.
Erraste muchas veces en esos días de antaño.
Luciste botones tristes, anudados en tu chaqueta, al lado
del corazón.
Soñaste con los bellos laureles del bosque y la vida puso
ante ti un montón de espinas, en aquella triste primavera.
Un traje de terciopelo era tu sola caricia al mirarte
sombría ante el espejo.
Pero… te paraste a mirar detrás de ese rostro reflejado y
ante ti, vislumbraste un nuevo corazón que trazaba ese encuentro Contigo.
Te sumergiste en dichas de colores y entonaste canciones de
esperanza en ese feliz encuentro con tu Ser.
Y Él te inspiró melodías nunca escritas antes en libro
alguno y entonces, tu pecho vertió Amor
con esa sincera bondad del corazón que late.
Hoy, no tienes una sortija nueva ni siquiera una gargantilla
de colores pero llevas al lado del corazón, esa estrella de Luz y Eternidad que
es el mejor regalo que la Vida te puede regalar.
Y el sonido del aire te brinda mensaje de Amor, y las olas
del mar acarician tu puerto en su
bienvenida y el corazón, siempre queda a la espera de esa Estrella que
anhela ser mirada, para que en su contemplación recuerdes que nunca estarás
sola mientras ella siga brillando para ti.
Te vislumbré colina abajo, cuando dormías y hoy te miro
volar en todas direcciones porque quien despierta a la Vida, recuerda el viaje
infinito de la Eternidad.
Y vuela con la fuerza que ofrece… la Esperanza.
Celia Álvarez Fresno 20-10-2021
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