Los juicios de la Eternidad no son otros que los que emplea el Alma consigo mismo.
Porque el Ser bien deja al Alma su criterio y el Alma bien sabe su camino, aunque la derivación tome su rumbo.
Porque Dios no es Aquel que todo sabe sino que Dios es aquel que sabiendo, no intenta que las vidas vayan por
los trazados alcanzados desde la Luz y sí, con la libertad de las pisadas para así conocer los frutos del ARBOL
-sanos o podridos-, con raíz afianzada o rota por el rayo.
Dios te da las lecciones, te presta las armas para que el ser humano apriete el gatillo o entierre el arma,
bajo las flores del Amor.
La Tierra es un eslabón de la cadena.
La Tierra es una plataforma -para la experiencia física- afincada en el Cosmos.
La Tierra tiene la redondez suficiente para flotar en el Éter y aún así, tiene asiento para todos sus moradores.
La Tierra lleva los clavos, las cruces,
y la madera para formar la Cruz del sacrificio o sembrar el bello árbol del Amor.
Los sucesos que ocurren e el Plano físico son las experiencias a transitar, las libertades para elegir, las
fuentes para beber y también, los desiertos para surcar camino hacia la Fuente.
En un desierto todos desean encontrar agua, por ello, en la experiencia física, es tan necesaria la búsqueda y
el transitar de pasos y emociones.