Él, raíz de plumas abiertas; volcán de Sabiduría y Amor.
Él, Fuente que riega la vida.
Él, pluma y ave.
Él, sagrada presencia: Luz y ausencia.
Él, Luminaria absoluta en pos de Sí.
Él, que alarga su brazo ofreciendo su mano de Amor.
Él, que se invoca cuando es nube de sombra en su vagar entre
el fango, sin que se perciba gota Luminosa.
Él, concepto, creación, y Vida. Ser y penumbra que luce y
siente perpetuidad y gozo.
La Eternidad es en Ti, Ser humano, porque eres uno de tantos
rayos espirituales, en el cordón Universal.
Él, elevación y fosa; roca y arena… y el humano busca y no
encuentra; se eleva y reniega a la vez de su misión, de su vivencia y Luz.
Él, siempre continuidad de sí mismo, proyección Aurea en pos
de sí.
Él, Luz que mana chispas de creación, movimiento y quietud…
Rey y vasallo.
Él, Ser cuántico, testigo de sí mismo.
Él, elevado, encumbrado en el Núcleo.
Él, perseguido en sucesión de escarnios.
Él, dependiente de sí mismo, en elección sombría.
Él, Ser de los Altares, enaltecido entre sufrimiento y
Resurrección.
Él, que persigue con luto, su verdad, sin recordar la
Esencia de su Ser cuando encarna.
Él, Ángel de Luz y también playa oscurecida entre olas
marchitadas por sí mismo, para renacer.
Él, Totalidad serena; Fuente encumbrada; gota marchita entre
fango embarrado. Ángel de Luz. Losa de piedra. Cántaro de agua. Fuego de Amor.
Lisonja de frutos agrios o dulces, para ofrecer de todos los senderos, en su
cántaro existencial.
Celia Álvarez Fresno 2021
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