La Tierra se abre entre las rocas que arden.
Los lodos bajan camino del agua del Océano.
Las barcas con aquellos que ansiosos de otra vida, se
aventuraron a surcar los mares, ya no
llegan a las costas ajenas, porque bulle el fuego y la vivencia, calla.
¿Por qué calla la Existencia cuando arde la Tierra?
Calla porque su Voz
no se escucha, cuando hablan las ráfagas de viento que extienden lavas
colina abajo.
Calla porque, aunque se manifieste en cauces altos, el ser
humano vive, unido a su pena, aunque sea valle su morada. Y hoy no sea él,
pasto de la lava.
Calla porque el silencio es la única respuesta a las
preguntas que no tienen respuesta para mente encarnada.
Y se afloja la vida,
y el humano llora en su agonía, y los pesares pesan y las bocanadas de humo
negro, siguen marchitando las mañanas…
Y el niño mira al cielo y no ve lava. Tan solo ve Estrellas
que cantan de mañana aún entre el rocio.
Y en las bajadas bajan tremendos guijarros que hacen temblar
al soñoliento cauce.
Y los cielos se enhebran… uno a uno, cantando canciones de
un nuevo amanecer.
Pero hoy, todo se entorpece,
y las gentes en su gemido, no quieren escuchar el bramido de la Tierra.
Y la Tierra se afana en reprimir su llanto…
Porque la Tierra también llora, y se revienta. Y expande sus
sonidos como un lamento… perdida en la agonía.
Porque la Tierra estalla y en su temblor… también tiembla la
vida de aquel a quien alcanza.
Celia Álvarez Fresno 2021
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