Tú me dijiste sin palabras que la Vida mora en la
Existencia:
Que los cupidos siembran historias de Amor.
Que los ojos, cuando vidriosos, lloran, expresan un Alma que
se duele y el Alma es efímera e inconsistente en plano físico, cuando analiza
la razón, pero también es ese Vergel, que se interpreta rosa, tallo y espina,
desde su plano espiritual.
Que las vivencias son variadas y todas ellas son como los
afluentes del gran Río existencial, que siendo un solo cauce, está regado por
varios caños de una misma Fuente.
Que las miserias humanas son lecciones a transitar por la
vivencia física.
Que las Auroras son tan importantes como los Crepúsculos,
porque en toda vivencia la Vida nace y se esconde para volver a nacer.
Que las sucesiones de tristezas no son casualidades, sino experiencias trazadas para llegar a
resurgir, aprender y comprender.
Las tristezas son
belleza, porque una tristeza se enhebra al corazón y del corazón siempre surge
y resurge la más bella sinfonía.
Que las maravillas Existenciales son infinitas, mágicas,
indescriptibles y que a la vez se desvanecen ante las capacidades de análisis
mental.
Que los ojos y la vida misma, del plano físico, son una
réplica del plano Existencial, porque las miradas de los ojos, son una gran
Fuente de Energía, de Luz, ya que ellos son las ventanas de la Vida.
Y entonces te preguntas: ¿Y qué ocurre con el ciego que no
tiene esos ojos que ven?
Un ciego no ve, pero sabe mirar con el Alma, y el Alma que
mira, ríe, sueña, es feliz, aunque no vea reflejada parte física alguna.
Porque los ojos ven, pero el Alma, mira y esa mirada observa
tras la colina lo que se esconde a los ojos.
Celia Álvarez Fresno
2021
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