DIOS MÍO

 Dios mío: Te doy gracias infinitas. Te amo. Te necesito y deseo que tu Luz cubra mis vivencias.

Dios mío: Tengo ganas de Ti. De regresar a Ti, porque mi razón no acierta a mirarte hoy aunque vivas en mí y es por ello que quiero amarte desde el corazón.

Dios mío: Deseo que abras mis sentidos para sentirte, para percibirte, para  abrazarte  desde el Alma.

Dios mío: Deseo percibir tu Luz para que me invada la Luz intensa y me involucre en vivir con la esperanza del Amor.

Dios mío: Cántame una nana como si fuera niña encendida de nostalgia.

Dios mío: Dime que existes como me susurraste un día al oído, cuando lloraba con la pena prendida de mi pecho.

Dios mío: Lucero de las flores que manan otras flores y otros frutos mientras regalas belleza. 

Dios mío: Historia que reverdece o seca cuando se percibe o no tu presencia.

Dios mío: Nube de claridad suprema que sabes de Amor y también de silencio cuando el sentimiento llora.

Dios mío: Eres tan hermoso en tus inspiraciones y tan sutil cuando dejas que los sentimientos lleven el trazado de la razón…

Dios mío: Te siento tan cerca, tan leve, tan sutil, tan fuerte, tan Amor… tanto, que me dejas hacer aunque siga derroteros que me pueden llevar hacia el abismo… porque aunque Tú seas, mientras vivo en la vida,  las vivencias son mías cuando recorro libremente los caminos en Luz y en Sombra para que sean posibles los aprendizajes de la Vida.

Dios mío: Sé que existes. Me lo susurraste el otro día, al oído, cuando miraba fijamente aquel pez que nadaba cerca del fango del río, mientras pensaba en Ti.
Y yo te dije… ¿porqué el pez elige fango teniendo ocasión de nadar en agua cristalina?
Y Tú me susurraste:
“Porque en aguas turbias y torrentes es en donde realmente se aprende a nadar. Solo así valorarás el agua cristalina y podrás moverte en los fangales”.

Y entonces… solo supe decir: “¡Gracias!”

Celia Álvarez Fresno 22-03-2022