Mi amado Dios: No me importa no ser vista, si Tú me ves.
No le temo al dolor si Tú me ayudas.
No le temo tampoco a la soledad física, porque estás en Mí.
Miro un mundo de Luz aunque esté oscuro, porque sé que la
Luz vive aunque la ignore, quien no se siente Grande y luminoso.
Miro pisadas de barro y en ese barro, veo la oportunidad de
sembrar semillas de Amor eterno.
Alguna vez me veo con desdicha. También con sufrimiento y no
te pido, Dios, que seas Tú quien disuelva mis penas.
Te pido comprender el por qué de esa pena, como también te
pido, fuerza para aprender y emerger y encumbrarme Contigo, en la cima de esta
montaña gris, escuela de la vida.
Y cuando regrese al Súmmum, solo te diré “gracias,”, por
brindarme libertad y regocijo, del reencuentro de mi olvidado Hogar y de Tu
abrazo.
Celia Álvarez Fresno.
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