Tal vez elucubres con tu mente, circunstancias y traces
adversidades.
Aunque el Alma es conocedora de grandes misterios, tal vez
te eleves sobre cimas y también te abanderes ladera abajo trazando desdichas y
dolor en el corazón.
Eres Ser elevado, de Luz y Vida y te asomas a las puertas y
las puertas que se abren se miran en Ti. Porque Tú no eres ser de paso por la
Tierra para vivencia física; eres Alma elevada que se interpreta ser humano y
que vive para realizar Misión de Amor.
Tal vez en tu mirada se mire esa infancia eterna. Tal vez en
tu mente se certifique tu vaivén entre el sí y el no, al titubear muchas veces
ante decisiones varias.
En tu corazón se alimenta el Amor y allí, como si de una
gran Esfera se tratara, se escribe Amor y se riega Amor y comprension a las
energías de Vida -bella o no-, para que se despierten o se sustenten, según
todo sea.
Cuando se enhebra, Dios, entre las pisadas de la vida, la
percepción que lo acoge, no comprende, y sufre con sufrimiento intenso pero a
la vez, la gracia de la bondad inunda su vivir, y la certeza de ser Uno con el
Ser, le hace percibir las trabas de la vida como pequeños pasos de aprendizaje.
Los lutos de la Tierra son por las partidas de aquellos que
dejan el cuerpo físico.
Los lutos de la Eternidad no existen, pero sí existe esa
Esperanza que la Divinidad riega para que ese luto no sea por pérdida y sí por
el aprendizaje de sentimiento ante la desolación.
Quien muere, solo
deja su cuerpo, pero vive eternamente entre los sucesos que su Alma trace, para
experimentar, aprender, y regresar a la fusión con el Ser de Amor de donde un
día partió, aunque entre el tiempo sin tiempo siempre fue Amor, y al encarnar,
la verdad del Existir, queda cubierta de olvido.
Celia Álvarez Fresno 17-05-2021
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