Últimamente, parece que las diversas meditaciones son el
principio y fin de todo aquel que intenta trascender.
Se medita a través de los más diversos medios y Escuelas. Se
intenta con ello, elevar percepciones y hasta al mismo Espíritu se le invita a
levitar.
Todo ello forma parte de una corriente poderosa y por qué
no… beneficiosa para el encuentro con nosotros mismos.
Pero… he de decir algo:
Antes de comenzar en ese camino es necesario que te sientes
en un banco del parque. O en la propia silla de tu salón.
Has de mirarte, con la claridad que te aporta el
Conocimiento interior, y has de mirar todo aquello de lo que adoleces o
incumples contigo.
Es necesario que emplees un tiempo –mucho o poco-, para
limpiarte y alumbrar todas esas Sombras que viven en ti. (no argumentes que lo
encontrarás en el reposo meditativo, porque ese es tu trabajo personal y con tu
propia soledad y tu propio guía interno)
No intentes alcanzar las Alturas, si no tienes alas. No
dejes tampoco tu ascenso, aunque veas que en la balanza de la vida, tienes
mucho trabajo aún por hacer.
Cada día, un paso limpio. Cada día una quimera nueva.
Abandérate y no olvides que la bandera más poderosa, más brillante, siempre es
la del Amor.
Jamás acudas a una meditación, con el deseo de llegar el
primero para no quedar sin silla. Deja que las sillas se ocupen y entonces, y
solo entonces, irás vislumbrando que la silla está cuando vayas colina arriba.
Celia Álvarez Fresno.
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