La Tierra ya no muere.
La Tierra se engalana aunque sea en flores negras.
La Tierra gira y acoge como Madre a todo aquel que llega,
aunque quien llegue, traiga desdichas y dagas afiladas.
Aunque enhebren penurias en sus riscos de plata y oro
dejándola extenuada.
La Tierra, Madre eterna,
jardín de flores y de árboles profundos que sustentan las vidas entre
oxígeno y fruto.
La Tierra no conoce adversidad y aunque se tumbe herida,
siempre renace y se vacía a sí misma para emerger.
La Tierra, comienzo y fin de vidas físicas; vigilada en
eternas luminarias que desde el Cielo, le rinden pleitesía, aunque sea tras las
nubes borrosas de humos negros.
La Tierra siempre acoge, pero cuando, marchita en su agonía,
se apaga, viene esa vida oscura que dice !Alto! en calles y alamedas.
Y entonces la vivencia para, y los humanos, quietos, hacen
que la Tierra regrese a sus antaños, con aires puros y fuentes cristalinas.
Un Réquiem por quien falta y aunque falte en la Tierra, regresará a su Casa en
dónde todo nace. Comenzando los ciclos de... las Vidas que desde lo Eterno
retornarán nuevamente a la Tierra.
Celia Álvarez Fresno.
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