Silencio
El río duerme.
Mira por la ventana ¿no lo ves?
Es manso
No hace ruido...
Solo lleva aguas turbias cuando llueve tormenta.
Pero es calmo
No bate olas como el mar que se impacienta, igual que aquel
reguero, que baja el monte.
Silencio
El río despierta hoy.
Mira por la ventana ¿no lo ves?
El cauce invade poco a poco...
El llano mentiroso que parecía decir que con la siembra, ya
estaba alimentado, necesita de fuerzas naturales para demostrar poder y gloria,
ante el germen que hoy, dejará de germinar en su agonía.
Silencio
¡El río invade! y todo queda debajo de las aguas.
El ser humano grita, la siembra cede, el campo mana chorros,
empapado en tormenta que vertió el agua.
Silencio.
¡No te desbordes, río!
Pero el río recibe culpas por el agua que inunda, sin que
nos demos cuenta de que el río no es culpable, como tampoco es culpa de la
fuente que mana.
Silencio
No despiertes la lluvia, porque de ella depende que todo se
desborde, y arrase vida...
Pero la vida no sería, si nos falta...
la lluvia.
Celia Álvarez Fresno. 2010
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