Viendo los acontecimientos tristes, a nivel mundial, y
tantas osadías y abusos de los seres humanos contra los propios seres humanos,
comenzaron a caerme unos lagrimones que no soy siquiera capaz de echarme una
mirada en el espejo.
Creo que me llegó una especie de depresión y de vacío
interior, que espero se olviden de mí enseguida, porque de seguir así, le hago
competencia a este mar Cantábrico, que tengo al lado.
¡Qué tristes las situaciones de abuso que estamos viviendo
en estos momentos!
Pero… ¿en estos momentos? ¿No es abusada la propia madre
Tierra y tantos y tantos habitantes que la pueblan? ¿No es cotidiano el abuso?
Todos mis pensamientos me hicieron reflexionar aún más de lo
que es habitual en mí, y no dejo de pensar que la propia vida nos pone en los
lugares diversos para vivir las diversas experiencias que hemos de transitar
como vivencias del plano físico
Y según parece, las experiencias son elecciones del Alma,
antes de encarnar, bien para hacer el bien o, en su Libertad, para participar
en actos sombríos.
Y según parece, todos estamos al servicio de todos y las
Almas se involucran en las experiencias porque han de vivir desde la más
absoluta oscuridad o la más grande elevación, ya que las Almas están siempre al servicio de otras
Almas y todas pertenecen al mismo Espíritu Divino.
Pero… ¿y las mentes?
¿Cómo es que olvidamos que somos seres de Luz y nos involucramos en
tanta sombra y abuso?
Y Algo me dice: “Nadie nace para hacer mal, son las
circunstancias las que olvidan el Amor”
Y sigo con los lagrimones pensando y recapacitando sobre
todo esto.
Y mirando hacia atrás, entre mis innumerables escritos
dictados por quien todo sabe, recuerdo una sentencia:
“Mantén la mirada en el cielo y los pies aferrados a tú
camino. Solo así serás capaz de transitar tormentas y cielos nublados, mientras
no olvides que detrás de todo ello permanece el Sol.”
Y yo digo: “Amén”
Celia Álvarez Fresno
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