Tengo las naves junto al mar. No navegan porque están
arrimadas a puerto seguro.
Los vientos me sorprendieron en mí navegación; eran vientos
adversos de tintes oscuros y racimos de hojarasca que jugaban a ser pedradas,
durante el trayecto.
Pero pienso: ¿Por qué no navego sabiendo que los trayectos
me dan experiencia y apertura de miras?
Cierto es que los seres humanos nos acomodamos en nuestra
cóclea para no vivir entre los riesgos, pero sabido es que el riesgo es
necesario si deseamos surcar los mares de la vida.
Y en estos trayectos, el camino nos muestra todas sus caras:
Y las Almas se agarran al Ser, para vivir con la fortaleza
necesaria.
Y las mentes juegan a ser o no ser, razonamiento lógico.
Y el Espíritu, siendo la Fuerza primera que mana vida, se
volatiliza en esto o aquello, y lo hace sutilmente porque así, se habla del ser
o no ser de su existencia mientras que Él, callado, riega el Mundo de
experiencia, en donde vive el Amor y la Vida.
La Vida vive y el Amor o el Odio son las opciones que la
mente elige para su experiencia.
Todo es necesario. Porque la vida tiene sus muestrarios y el
ser humano elige sus vestidos para llevar en el viaje del plano físico.
Celia Álvarez Fresno 29-07-2021.
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