Me tendieron la mano cuando agonizaba, perdida en medio de
la vida.
Me ofrecieron unas palabras, un boli y un papel.
Lloré sobre lo recibido viéndome impotente de poder escribir
una sola palabra de Eternidad.
Me pudo la inquietud y entre ella, comencé a versar versos
de Amor y Vida.
Empecé a percibir palabras de consuelo, para mis tristezas,
palabras de recuerdo para crear fortaleza en mis vivencias.
Comencé a interpretar la vida de otro modo, con un sustento
de Realidad Eterna y Esperanza.
Entonces, la Fuente se abrió y derramó tantas gotas en mi
corazón que volcadas palabras, las conduje
a escrituras y a compartir hacia todos lugares.
Pensaba que a Dios se le accedía por otras cimas y no por un
camino de piedras junto al río.
Porque yo, mojaba mis pies y el agua, parecía decirme con
sus gotas, el origen en su Fuente.
Mojé mi mano y encontré un boli y un papel mojado que yo
tendí en el Sol. Y entonces las lluvias de palabras se interpretaron textos de
Amor y Vida.
Y la fuerza del Río batió mi corazón, inundó mi Alma y me
abracé al Espiritu bello que me sacó del agua.
Y ya, confortada y mirando aquellos renglones de Amor y
Vida, prometí a la Existencia un vuelo. Ese vuelo de Amor desde el que, las gotas que un día recibí, harían florecer
con flores de Esperanza Eterna, las vidas muertas.
Y las flores se volvieron sombras para unos y para otros,
cobijo y ternura, regadas desde aquel río de gotas infinitas que un día me
atreví a cruzar.
Y la Fuente se abrió y el agua manó Vida eterna, en todas
direcciones.
Celia Álvarez Fresno 2021
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